Este sábado 06 de agosto, día de la Fiesta de la Transfiguración del Señor, será recordado por el sacerdote Freddy Meléndez como la mañana en la que consagró su vida a Dios.
Para la feligresía testigo representa el año en el cual, finalmente, un tercer hijo del pueblo de Aregue, parroquia Chiquinquirá, del municipio Torres, es ordenado como presbítero.
Antes de él recibió la orden presbiteral, hace 41 años, Pablo Fidel González, actual párroco de la Catedral de Barquisimeto y 12 años atrás, Mario Piñango, sacerdote de la parroquia San José de Siquisique, municipio Urdaneta.
La celebración de ordenación sacerdotal tuvo lugar en la basílica Nuestra Señora de Chiquinquirá de Aregue y estuvo presidida por el obispo de Carora, monseñor Luis Armando Tineo Rivera, junto con los presbíteros y seminaristas de la diócesis.
En Meléndez, de 34 años de edad, la autoridad diocesana encontró la particularidad de ser “una vocación adulta, un joven profesional que tenía ya una carrera, que lo pensó muy bien y que para dar este paso tuvo que renunciar a otro proyecto de vida. Es una gran esperanza para la diócesis de Carora”, proyectó el obispo.
Como Tineo Rivera, el padre Piñango ve en Meléndez un aporte para la Iglesia, pues la vocación de trabajo, subrayó Piñango, es uno de los atributos que caracteriza al recién ordenado presbítero: “Veo en él la alegría, la esperanza, el deseo de seguir trabajando por el reino de Dios y sé que tiene muchas cualidades.
Estoy seguro de que va a seguir trabajando en las parroquias, en lo grupos, en las comunidades porque nuestra entrega al Señor va a ser efectiva en la medida en que nos mantengamos unidos en la Iglesia”.
Para transcender y lograr encaminar a las comunidades en la vivencia de la fe católica Meléndez prioriza en la evangelización y en “presentar la palabra de Dios, que conlleva a un encuentro personal con Jesús” las claves para ejercer un ministerio útil para mejorar la sociedad.
A quienes como el nuevo padre aregueño eligieron seguir a Dios desde el sacerdocio González, con más de cuatro décadas de servicio como pastor de la Iglesia católica, aconsejó: “Nosotros tenemos un motor, que no es el motor del Gobierno, un motor que nos dejó Cristo y es el Espíritu Santo, que es el que guía y mueve a la Iglesia. Si hacemos lo que Cristo nos dice, seguramente vamos a vivir una vida sacerdotal plena”.