La amenaza de Nicolás Maduro no sólo de boicotear, sino también de liquidar la Asamblea Nacional que representa la voz y el mandato de la mayoría de los venezolanos que sufragaron el 6 de diciembre por las 2/3 partes de los diputados que la integran, revela que el país atraviesa por uno de los peores momentos políticos en los que la represión gubernamental aumenta contra la oposición, e incluso contra los disidentes del régimen que comienzan a ser víctimas por algunas de sus conductas o simples palabras expresadas sobre el acontecer nacional, en la creencia de que pueden hacer uso de la libertad de expresión. Ya son inocultables los signos y la intención gubernamental de enrumbarse definitivamente hacia el totalitarismo.
Y aunque se trata de un sistema de gobierno que fracasó durante el siglo XX, en todos aquellos países en los que fue impuesto por la fuerza de las armas, Maduro y su combo militar-cívico se consideran líderes de dimensiones mundiales capaces de restaurarlo con todas las implicaciones que ello tuvo en el pasado. De allí que de prolongarse en el poder la camarilla del madurismo por tiempo indeterminado, la sociedad venezolana sería sometida a un control total por parte del Estado, por la voluntad única del Jefe del Gobierno.
La arenga del Presidente de la República y de varios ministros y de cuanto dirigente enchufado en altas posiciones gubernamentales, se encuentra frente a un micrófono, estimulando a sus seguidores a la violencia y la venganza, además del escándalo nacional e internacional que ha producido, lo que ha hecho es confirmar la disposición del gobierno de instaurar un régimen totalitario, para lo cual tendrá que impedir que se realice el Referendo Revocatorio, en el que la sociedad unida lo derrotará por amplio margen, como lo indican todas las encuestas que se han realizado hasta hoy.
El país democrático debe cerrar filas para impedir que un régimen totalitario pueda instalarse en Venezuela, por acción u omisión de los electores en el Referendo Revocatorio o de los ciudadanos en las calles exigiendo el cumplimiento de sus derechos constitucionales.
Hoy, además de violar la libertad de expresión por diferentes mecanismos represivos, como incoar varios juicios contra el diario Tal Cual y perseguir a su Director, Teodoro Petkoff, uno de los venezolanos ejemplares por su conducta ciudadana y su coraje para defender la democracia y las libertades en momentos críticos del país; contra El Nacional y la Patilla, a cuyos directivos se les persigue como en todos los regímenes totalitarios, Nicolás Maduro arremete contra la Asamblea Nacional. El terrorismo rojo tiene que ser detenido por la acción conjunta de todos los partidarios de la libertad y de la Constitución Nacional Bolivariana de Venezuela, unidos en la calle y en las urnas electorales en la fecha que establece el ordenamiento jurídico de la nación, para realizar el Referendo Revocatorio, o cuando el Presidente de la República le ordene al CNE realizarlo.
La Alternativa Democrática debe ampliar sus horizontes y como lo plantea el Secretario Ejecutivo de la MUD, Jesús «Chúo» Torrealba, movilizar la sociedad venezolana en una clara y consciente lucha por la democracia y la libertad.