Desde hace dos semanas no se vendía harina de maíz en un supermercado localizado en la avenida principal de Cabudare, municipio Palavecino. Ayer, al hacerse pública la llegada del producto la demanda se duplicó y, cuando a mitad del día, se anunció el agotamiento de la mercancía los compradores alterados cerraron la vía para exigir la reanudación de la venta.
Negados a marcharse sin los tres paquetes de harina limitados para expender en el local los clientes se desperdigaron a lo ancho de la vía pública como muestra de descontento, pues estaban reacios a creer que el cargamento realmente se había terminado.
Al ver la protesta, como gesto de “consideración”, según le notificaron los encargados del establecimiento a los clientes, abrieron de nuevo las puertas, pero en lugar de tres solo vendieron una harina para 300 personas, 200 de la fila regular y 100 para las personas de la tercera edad.
“No es justo”, se quejó una de las madres presentes en la cola. La mujer, que ocultó su identidad por miedo a ser excluida de programas sociales gubernamentales, esperaba desde las 08 de la mañana para comprar y hasta las 04 de la tarde no había podido hacerlo porque, dijo, atendieron primero a los empleados de comercios cercanos, mientras que el resto de las personas ordenadas desde las primeras horas de la mañana se mantenían esperando después de haber soportado lluvia e incomodidades propias del aglutinamiento.
Otra mujer, que también omitió su nombre, señaló que un grupo de “bachaqueros” había propiciado el desorden al colarse entre los primeros puestos de la cola. “Aquí, el vivo es que el que compra”, acusó la trabajadora que debió conformarse con regresar a casa solo con un paquete de harina.