Recién termina el mes de julio, el número siete del año. El primer semestre de 2016 fue complejo en términos económicos para los venezolanos, tanto empresarios como ciudadanos de a pie, y pareciera que la tendencia empuja hacia la agudización. La inflación sigue “comiéndose” los sueldos y aunque en los primeros cinco meses del año los venezolanos que devengan salario mínimo pudieron apreciar un incremento del 56% en el mismo, de enero a junio la Canasta Básica Familiar (CBF), según el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM), aumentó Bs. 207.267,89 o lo que es igual 13,77 salarios mínimos actuales de Bs. 15.051.
En junio del presente año, la CBF se ubicó en Bs. 365.101,19 para lo cual una familia de cinco miembros necesita devengar 24,3 salarios mínimos. De junio a junio entre 2015 y 2016, el incremento fue del 573,6%, es decir de Bs. 310.896,5.
Para dicha medición, Cendas tomó de referencia ítems como: artículos de higiene personal, limpieza del hogar, salud, alimentos, alquiler de vivienda, vestido y calzado, y educación, cada sector con un drama productivo particular. Los productos de higiene personal se han vuelto de difícil acceso, motivado a los altos índices de escasez, mientras que los de limpieza del hogar son de alto costo, el incremento en precios en junio, de ambos rubros, fue del 72,3%; la atención médica sigue limitada por la falta de medicinas, con un incremento del ítem de 31,4%; mientras que la industria alimentaria sobrevive en una mínima expresión, afianzándose la escasez y las colas. El incremento registrado en alimentos fue del 22,5%.
Las cuentas no cuadran. Menos aún cuando un almuerzo ejecutivo se paga en Bs. 1.820 y el salario mínimo diario es de Bs. 501, 7. Si a esto se suman los gastos de transporte, más de un venezolano pensará que, incluso, yendo a trabajar pierde dinero.
Al respecto, Roberto León Parilli, presidente de la Alianza Nacional de Consumidores y Usuarios (Anauco), apuntó que el empobrecimiento entre los venezolanos se acentuó en el primer semestre de 2016 y que de no haber medidas de rectificación, continuará la tendencia. “Cada día nos damos cuenta que perdemos algo, que dejamos de hacer algo, que cambiamos nuestros hábitos alimenticios y eso significa que se pierde la calidad de vida”.
A esto agregó que no hay esparcimiento, un área importante que permite al ser humano ser más productivo y feliz. -Lo que queda del año depende de múltiples circunstancias. Así como tenemos esta situación, también Venezuela tiene capacidad y recursos con los cuales en corto plazo, puede paliar este drama, para hacerlo menos sensible y detener la caída de la moneda, además del desabastecimiento.
A mediano plazo, se tienen que atender a fondo las causas y no las consecuencias. A largo plazo, puede haber un cambio total de políticas en Venezuela.
Apuntó que las condiciones de los siguientes cinco meses del año dependen en gran medida de las decisiones que se tomen en materia económica, de lo contrario se obtendrán los mismos resultados.
Siempre puede ser peor
Basado en las “profecías del desastre” como han llamado los mismos economistas sus proyecciones, el segundo semestre del presente año podría no ser tan alentador. El ministro de Comercio Exterior e Inversiones Extranjeras, Jesús Farías, ha asegurado en reiteradas ocasiones, que en lo sucesivo se verá cómo se desintegran las colas, motivado a un paulatino incremento de los anaqueles. No obstante, la cesta petrolera, sigue sin registrar un repunte importante y, motivado a la caída productiva, la exportación aún no genera las divisas requeridas para Venezuela, por lo que la alternativa de la importación podría verse limitada.
La producción nacional, por su parte, muestra pocos indicios de mejoría y representantes de la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela (Fedecámaras), como su presidente Francisco Martínez, indican que la caída productiva se mantiene como una constante debido a la falta de materias primas, tanto nacionales como internacionales.
También demandan repuestos y maquinarias. Por su parte, Juan Arias, ministro de Industrias Básicas, admitió recientemente los inconvenientes productivos. No obstante, sostiene que para vencer la inflación el Gobierno Nacional adelanta la puesta en marcha de la misión abastecimiento seguro.
Vale destacar que meses atrás el Ejecutivo Nacional también planteó la conformación de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), sin embargo, las denuncias por fallas en la entrega y discriminación son cada vez más recurrentes.
Sobre este aspecto, León Parilli destaca que ha sido el modelo económico implantado en Venezuela el que ha afectado progresivamente el aparato productivo venezolano, llevándolo a “niveles de improductividad” elevados, lo que ha redundado en el desabastecimiento, agudizándose a niveles impensados.
-Nunca pensamos que el desabastecimiento llegaría a los niveles actuales, ni siquiera con la intermitencia de productos que hubo por mucho tiempo, porque Venezuela por largo tiempo no ha presentado un abastecimiento pleno. La situación es grave.
En tal sentido, indicó que para que un consumidor tenga cubiertos sus derechos, con calidad de vida, debe tener garantizado el abastecimiento que se le permita tener acceso a bienes y servicio de calidad, y que a la vez puedan ser elegidos, por lo que debe haberlos en calidad y cantidad suficiente. Asimismo, detalló que debe garantizarse la capacidad de compra, es decir, que haya poder adquisitivo a través del valor que guarda la moneda en uso.
“De nada sirve que haya abastecimiento si el bolívar no me permite pagar por los productos”, manifestó.
León Parilli acotó que en Venezuela ninguno de los dos escenarios está garantizado y que esto se traduce en un empobrecimiento “enorme y constante”.
Se agudiza el panorama
Es de apuntar que según el mismo Cendas, los niveles de escasez en junio se ubicaron en 43,10%, lo que es igual a 25 de los 58 productos de la Canasta Alimentaria Familiar (CAF).
Entre los productos faltantes en los anaqueles del país se encuentran la leche en polvo, cuyo precio justo estaba marcado en Bs. 75, pero recientemente se ha visto marcado en Bs. 315. No obstante, revendedores la comercializan hasta en Bs. 4.000. Vale destacar que las empresas productivas refieren que el precio normado sólo les alcanza para la adquisición de los empaques.
En mayo salió publicado en Gaceta Oficial, el nuevo precio de la leche pasteurizada de 900cc. Se colocaba en Bs. 355, sin embargo la Cámara Venezolana de Industrias Lácteas (Cavilac) y su presidente Roger Figueroa, aseguraron para ese entonces que el precio era insuficiente, ya que sólo cubre el monto por adquisición de leche cruda. El sector se ha declarado limitado.
Otro producto escaso es el pollo y la industria ha denunciado fallas en el acopio de alimentos especiales concentrados, entre otras razones por sus componentes importados y merma en la siembra nacional de soya. Según cuenta Ramón Bolotín, director de oleoginosas y leguminosas de la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios (Fedeagro), la siembra del rubro registra inconvenientes en el acopio de semillas y otros insumos.
Misma situación atraviesa la siembra de pasto para ganado.
Las carnes rojas aún esperan por el anuncio de ajuste de precio ofrecido por el superintendente para la defensa de derechos socieconómicos, William Contreras. Mientras tanto, representantes del sector, como Carlos Albornoz, presidente de la Federación Nacional de Ganaderos (Fedenaga), expresa que la solución no es ajustar el precio, sino garantizar las condiciones básicas de producción.
A esto se suma que en el país no hay vacunas para las reses, lo que podría generar brote de enfermedades y complicar aún más la situación productiva.
Los centrales azucareros protestan por recibir azúcar cruda para refinar en cantidades ínfimas, sólo para procesar al 20% de su capacidad operativa, mientras que los productores de hortalizas del país, manifiestan no haber recibido las semillas de papa y que el ciclo ya terminó.
Panaderos, por su parte, comentan que la distribución y acopio de harina de trigo es limitada y que, además sopesan la escasez de grasas y azúcar para la elaboración de panes como el campesino, que se vende a un precio superior al salario mínimo diario.
Y los precios incrementan
No sólo resulta costoso adquirir los productos en el mercado informal, como un litro de aceite de maíz entre Bs 2.500 y Bs. 4.000, cuando está marcado en Bs. 48, o un kilogramo de azúcar en Bs. 2.000, también se ha hecho cuesta arriba asumir los nuevos precios justos, marcados por la Superintendencia para la Defensa de los derechos Socieconómicos (Sundde).
El medio kilogramo de café se compra en Bs. 2.000 y la salsa de tomate supera los Bs. 3.000, lo que desajustó aún más el presupuesto familiar.
Aunque el arroz tipo 1 está marcado según Gaceta Oficial, en Bs. 120, también se comercializa tipo parbolizado en más de Bs. 500, por el cual los venezolanos también hacen cola. Juan Peralta, adulto mayor, aseguró que hace la cola por este porque necesita el arroz y no le importaba el precio.
Las amas de casa comentan que no es cierto que en las colas se formen solamente los revendedores o que los venezolanos no estén dispuestos a pagar más por los productos. Subrayan que la problemática es de producción. Al no haber oferta en el mercado se genera el caos actual, pero al no haber producción se produce desempleo y el deterioro de la calidad de vida.