Según dijeron fuentes de la Santa Sede a Clarín, esperan que el referéndum se haga este año.
El Vaticano se apresta a sumarse a la mesa de diálogo en Venezuela para destrabar la crisis. Primero la oposición y más recientemente, de modo verbal, el gobierno, pidieron su intervención. Pero el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Pietro Parolin, confirmó ayer que la Santa Sede espera un pedido formal del presidente Nicolás Maduro, que se demora, para comenzar a actuar. Acaso porque, según fuentes de la curia romana consultadas por este enviado, el Vaticano quiere que el referéndum para determinar si el gobierno seguirá o no se haga antes lo antes posible, cosa a la que el Ejecutivo venezolano se resiste.
En diálogo con Clarín en Cracovia, donde acompaña al Papa en su visita a Polonia, Parolin no dio otros detalles de la mediación en ciernes, pese a ser el jefe de la diplomacia vaticana (o acaso por eso) y a que antes de ser llamado por el Papa Francisco para ocupar el actual cargo era Nuncio Apostólico (embajador) en Venezuela, por lo que conoce a la perfección la situación del país caribeño y sería una pieza clave de la intervención vaticana. Una intervención que podría sacar del empantanamiento a la actual mesa de diálogo compuesta por tres ex presidentes: el panameño Martín Torrijos, el dominicano Leonel Fernández y el español José Luis Rodríguez Zapatero.
-Pese a que el gobierno venezolano aceptó que el Vaticano participe de la mesa de diálogo para destrabar la crisis, ¿esperan ustedes un pedido formal del presidente Maduro?
-En eso están con la mediación de la Unasur y los tres ex presidentes. Hasta ahora han dicho por ambos lados, gobierno y oposición, que querían que la Santa Sede se involucrara. Ahora, esperamos una invitación formal para seguir adelante con nuestra disponibilidad.
-En otro orden, ¿cómo evalúa la visita del Papa Francisco nada menos que a la tierra de san Juan Pablo II?
-Me parece que se está desarrollando muy bien. Hay mucho entusiasmo de parte de todos. Es una gran experiencia de fe y de la Iglesia.
-Ahora, ¿los polacos lo quieren realmente y aceptan sus enfoques porque son eslavos y veneran a Juan Pablo II, que tenía otra visión?
-No tenía dudas en este sentido porque el Papa Francisco tiene una popularidad muy grande en toda la Iglesia. Y aquí se confirmó eso a pesar de que sea un mundo un poco diferente con respecto al mundo latino. La gente se volcó a la calle y lo recibió con un gran cariño.
-¿Pero el clero, ya no el pueblo, lo aprecia y entiende?
-Creo que sí. Por supuesto, cada uno tiene su estilo. Para la gente de Polonia, obviamente, es más difícil entender un Papa de otra latitud. Era más fácil entender a Juan Pablo II, que era de acá. Pero me parece que no hay dificultades, que hay sintonía con el Papa.
-Este viaje implicó un gran desafío para la seguridad. ¿Estaban preocupados?
-Se hizo el mayor esfuerzo posible. La seguridad es un gran problema hoy en día por todo lo que sabemos. Pero se tomaron todas las medidas necesarias para que la visita transcurriera con la mayor tranquilidad.
-Después del asesinato del sacerdote en Francia, ¿la Iglesia se siente particularmente amenazada?
-Hoy creo que todos estamos amenazados. No entiendo el ataque al templo de Normandía. No tiene sentido porque la Iglesia se propone a todos como amiga y promotora de diálogo y de pacífica convivencia. Esto es puro odio. Entonces, todo el mundo puede estar involucrado.
-El Papa dijo que no tiene nada que ver la religión…
-Claramente. Pero está contra de la religión, del cristianismo. Los musulmanes no apoyan estos ataques para nada. Estos son llevados adelante por los radicalizados que no sé si se pueden llamar si quiera musulmanes. Tienen un odio tal que resulta inexplicable.
¿Cuándo viajará el Papa a la Argentina?
-Oh (se sonríe)… Eso lo saben los argentinos. El dijo en 2017. Pero yo no lo puedo confirmar. Hay que preguntárselo a él.