Durante cerca de dos horas se mantuvieron la tarde de ayer los habitantes de La Pradera I, II y III obstaculizando el tráfico en la Circunvalación Norte, a pocos metros del distribuidor San Francisco, en reclamo por la distribución, a su juicio, insuficiente de Mercados de Alimentos (Mercal).
Más de una centenar de personas se plantó en la vía por sentirse “burlados” por Mercal, como definió Yamilet Mendoza el motivo de la protesta. Ayer, explicó la vocera, la empresa estatal anunció que llevaría los combos de comida gestionados por la base de misiones Vencedores de Brisas de la Pradera para 1.800 familias, pero estos solo contenían un kilo de harina, uno de pasta, uno de arroz y otro de leche, cantidad que por escasa fue rechaza por las familias.
Encima, denunciaron que desde hace seis meses las bolsas, cuyo valor es de 600 bolívares, no incluyen pollo ni carne.
Para exigir un mejor servicio, un grupo se trasladó hasta la sede principal de Mercal en el estado Lara y allí, según relataron los manifestantes, no les dieron respuesta. Por eso, decidieron expresar su molestia en la vía pública, acción que generó un congestionamiento del tráfico de al menos cuatro kilómetros de cola.
Para dispersar la huelga, acudieron al sitio funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y, una vez, bajado el nivel de alteración llegó la coordinadora regional de Mercal, Nairobi Arenas, para escuchar las solicitudes de la comunidad.
Arenas al notar la presencia del equipo del Diario EL IMPULSO se negó a continuar con la reunión y, en cambio, sugirió que solo una representación de la comunidad pasara a un salón a reunirse en privado porque, justificó, ella no es vocera oficial de la institución y, por lo tanto, sus palabras no podían ser citadas en la noticia. Los habitantes de la zona se negaron.
Dependen de productos subsidiados
Beatriz Alvarado perdió su jornada de trabajo por quedarse en casa esperando la entrega de bolsas programada para cumplirse una vez al mes. Acabó el día con las manos vacías porque se negó, como el resto de los vecinos, a recibir los cuatro productos que apenas, dijo, le alcanza para dos días.
Otra preocupación tenía Reina Márquez. Había pasado el día sin comer. En su estómago, dijo, solo tenía un café que le ofreció una vecina. Depende en gran medida de los alimentos subsidiados por el Gobierno porque en las bodegas y cooperativas pocas veces encuentra alimentos regulados.
Sobre tales precariedades pidieron no solo que les vendan bolsas bien surtidas y en cantidades suficientes sino que los inserten en el programa de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap).