“La Historia es la Ciencia de los hombres en el tiempo”. Es el legado de la Escuela Francesa de los Annales, al cual habría que agregar, el debido reconocimiento a las mujeres en términos de la equidad de género, tal como se postula hoy. Que equivale a entender que sin hombres y mujeres asociados, sin organizaciones, no hay instituciones. Por eso se habla de Estado- sujeto, con sus propias instituciones; y, también de Estado – comunidad, con las suyas, pero fuera o en contra del Estado; ambas conviviendo en las sociedad.
Acerca del valor en sí como instituciones que pueden contribuir al fortalecimiento de la democracia, es poco lo que puede agregarse. La normatividad que les asocia con el “deber ser”, así lo recoge desde los tiempos en los cuales la política comenzó a ser objeto de la filosofía, para luego reconocerse como ciencia.
La comunicación social transitaría por iguales senderos, aparentemente separados por los espacios de una neutralidad que proclamaba la objetividad pura, sin concesión alguna a la subjetividad. El neoinstitucionalismo, sobre todo en la perspectiva propulsada por Douglas North, ratifica la importancia de las fuentes históricas dentro de la rigurosidad metodológica que demanda hoy el ejercicio de cualquier investigación y la profesión u oficio que se ejerza. El debilitamiento de las instituciones es signo de la vulnerabilidad democrática y, por ende, de la crisis en un país.
Dos hechos registrados como noticias periodísticas se intercalan en mis reflexiones en torno a la responsabilidad política, la importancia de construir ciudadanía por la vía de la pedagogía o el arte de educar, al momento de transmitir saberes. En retrospectiva, confieso mi afición por el periodismo y por el deporte. A muy temprana edad, fui pregonero del Diario Antorcha (Premio Nacional de Periodismo, por allá en 1961), al tiempo que compartía mis tareas escolares con el beisbol organizado, categoría infantil, en el equipo representativo del Distrito Simón Rodríguez (El Tigre), para aquel entonces.
Primero, el acuerdo emitido por la Asamblea Nacional, en ocasión del Día del Parodista, con el voto salvado de los diputados del llamado Bloque de la Patria. Un cúmulo de errores y omisiones que no se corresponden con la realidad histórica y que llevan a pensar, en medio del asombro característico, cómo es posible que esto ocurra y en quienes recae la responsabilidad por tal exabrupto.
El análisis crítico de tal documento oficial, emanado del Poder Legislativo, y que pasará a formar parte de sus archivos, como fuente documental bibliográfica y hemerográfica para cualquier investigación acerca de la actuación de esta institución, en este período, alerta acerca de tales consecuencias, tratándose de un episodio en la historia del país y del ejercicio de tan digna profesión. Aspectos relativos a la fecha de fundación de la Asociación Venezolana de Periodistas, AVP; la creación de la Escuela de Periodismo de la UCV; la integración de la primera junta directiva del Colegio Nacional de Periodistas; entre otras, son cuestiones falsamente planteadas, según lo destaca un especialista en el tema y protagonista de tales hechos, como Eleazar Díaz Rangel.
La otra noticia falsa, tradicionalmente difundida sin conocimiento de causa ni la debida consulta a las fuentes históricas, apareció con motivo de la elevación al Hall de la Fama del Beisbol, en Cooperstown, de Ken Griffey Jr y de Mike Piazza. Se insiste en señalar que el general Abner Doubleday inventó el beisbol, cuestión ésta que el experimentado y reconocido periodista deportivo Juan Vené, no vacila en calificar como una mentira histórica, con una argumentación sólida, basada en hechos y testimonios que pueden considerarse enteramente válidos.
Nunca antes, la producción de información requirió de una vigilancia epistemológica como la de hoy, para evitar la devaluación de las instituciones.