“Ustedes son los más viejos y son los más desorganizados”, se escucha de la voz de un funcionario de la Guardia Nacional Bolivariana a la vez que finge no escuchar a una señora mayor que le implora para que le responda si vale la pena quedarse en la cola.
Las denuncias que recibe el equipo reporteril de EL IMPULSO son de los dos grupos más afectados: discapacitados y tercera edad. Mientras que del otro lado se encuentran los ciudadanos comunes peleando por su propio lugar.
El reclamo generalizado es “los GNB no nos toman en cuenta, solo pasan de aquellos y nosotros nada” y con algo de razón, pues la mayor cola se evidencia a la izquierda del portón de Garzón en donde a simple vista se aprecian los rostros con marcadas arrugas y con signos de fatiga por la edad.
Embarazadas, personas en muleta y ciudadanos en silla de ruedas se ha vuelto el panorama común que parece no importarle al cuerpo de seguridad que se mantienen “resguardando”.
Sin autoridad ni orden denuncian los afectados que se mantienen en la larga fila, a la vez que siente indignación de ver a la gente empujarse tratando de entrar mientras que en los rostros de los funcionarios se pinta una sonrisa sin importar la cara de sufrimiento que tienen las personas que están al otro lado.
“Nosotros estamos aquí desde anoche y vimos como un grupo de GNB nos corrió para luego entrar a Garzón y salir cargados con harinas y otros productos”, denunció Guzmán González.
Las expresiones de las personas que se aglomeraban en la entrada del comercio demostraban la desesperanza por adquirir siquiera dos kilos de harina de maíz, pero era menos lo que ofrecían.
“Así nos vamos a morir antes de lo que deberíamos”, fue otra de las frases notables durante el recorrido realizado por las trágicas colas de la ciudad.