Lo que casi se convierte en un incidente diplomático, como dijo el alcalde de Río de Janeiro Eduardo Paes, tuvo un final feliz el miércoles en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
Los encargados de la delegación australiana regalaron al alcalde un pequeño muñeco de un canguro boxeador, y afirmaron estar contentos con sus alojamientos en la villa de atletas de Río.
La delegación, de 700 personas, rehusó hospedarse en la villa hace tres días debido a fugas de agua y gas, problemas eléctricos y con los inodoros, y suciedad en general.
En una reunión en la villa, Paes se disculpó y admitió que Australia estaba en «el peor edificio». Otorgó las llaves de la ciudad y un muñeco de la mascota de los Juegos, Vinicius, a la jefa de la delegación Kitty Chiller.
Paes indicó que el edificio «no estaba en buenas condiciones, y ese fue un error de la organización. Pero ahora ya tienen su edificio».
El alcalde provocó el enojo de la delegación cuando, después de las quejas iniciales, dijo que colocarían un canguro en el lugar para hacerlos sentir a gusto.