«Estamos viendo a jóvenes de veintipocos años que fundan empresas recién salidos de la Facultad, e incluso algunos que han abandonado los estudios». Kai-Fu Lee, inversor de capital de riesgo y veterano de Apple, Microsoft y Google, que lleva los últimos 10 años recorriendo China para ayudar a estos nuevos empresarios a hacer realidad sus proyectos.
Hace una década, China se limitaba a copiar al Silicon Valley estadounidense. No tardó en crear réplicas de Google, Yahoo o Amazon. Sin embargo, hoy una nueva generación de jóvenes está transformando al país en el epicentro de la innovación tecnológica mundial. El gigante asiático está consolidándose como la meca de los emprendedores con ideas.
Hace 19 años, los expertos del sector se lamentaban de que el país no contaba con suficientes innovadores. Había algunas empresas de alta tecnología muy rentables, sin duda, pero era poco frecuente que asumieran riesgos creativos y, en general, se limitaban a imitar al Silicon Valley estadounidense: Baidu era una réplica de Google; Tencent, una copia de Yahoo; JD, una versión de Amazon. Los licenciados deseaban trabajar en empresas grandes y consolidadas. El objetivo era la estabilidad: la China urbana acababa de dejar atrás décadas de pobreza y gran parte de las zonas rurales estaban todavía a la espera de que llegara su turno. Era mejor comportarse con discreción y mantenerse a salvo.
Hoy está desapareciendo esa actitud, barrida por un aumento de la prosperidad que ha colmado de confianza y audacia a los jóvenes techies urbanos. En el año 2000, apenas el 4% de China pertenecía a la clase media; en 2012, dos tercios entraban ya en esa categoría. En ese mismo periodo, la educación superior se multiplicó por siete: en 2015 se licenciaron siete millones de personas. El resultado es una generación creativa a la que no le importa arriesgarse. Ahora las grandes ciudades están llenas de inventores y emprendedores ambiciosos.
Cualquiera que tenga una idea prometedora y cierta experiencia puede encontrar el dinero que necesita. En 2014, los inversores de capital de riesgo inyectaron en torno a 14.000 millones de euros en start-ups chinas: a los emprendedores les llueven la financiación y el asesoramiento de business angels millonarios. Incluso el Gobierno chino, que desconfía de la libertad de expresión en la Red y dispone de un inmenso aparato de censura digital, ha creado un fondo de 6.000 millones de euros para start-ups. Ahora que el crecimiento de la economía ha sufrido un frenazo, después de dos décadas de vertiginosa expansión, el partido comunista está buscando nuevas fuentes de empleo de calidad. Y la tecnología encaja a la perfección.
Hace una década eBay intentó dominar China, pero fracasó en parte porque muchas pequeñas empresas no tenían aún ordenadores o conexión a Internet. El fundador de Ali-baba, Jack Ma, lo sabía, así que reunió a un enorme equipo de ventas que diseminó por todo el país con la misión de enseñar a los comerciantes a conectarse. Como extra, y como parte de esta estrategia también superó a la plataforma de pagos PayPal, propiedad de eBay, con Alipay, que mantiene el dinero del cliente en depósito hasta que recibe la mercancía y se declara satisfecho.
Definitivamente, los jóvenes chinos ya no quieren trabajar en Google o Apple, quieren construir el próximo Google o Apple.
Fuente: Clive Thompson
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