Un punto de quince posibles y caída al último peldaño de la clasificación. No hay duda, la situación es alarmante. El Deportivo Lara, acostumbrado a navegar en la zona de protagonismo, vive sus peores horas en mucho tiempo y parece haber hipotecado sus opciones clasificatorias en el actual torneo Clausura, por más que parezca temprano.
Es cierto, se han completado apenas cinco fechas de las 19 pautadas. Pero el “hueco” entre el club rojinegro con los clubes de la punta es considerable y requeriría de un vuelco inmediato y la consecución de una racha victoriosa para resucitar y meterse en la pelea por los ocho puestos que dan acceso a la fase final.
Perder con Petare ha sido una especie de afrenta para los colores crepusculares, más allá de que no tenga la nómina de otros tiempos ni se parezca al elenco que años atrás trituró al resto del circuito para llevarse la corona absoluta. En eso hay que tener sindéresis. De hecho, a José Alí Cañas le ha tocado manejar una plantilla limitada, a la que semestre tras semestre se le “mutila” un par de piezas claves, como parte de esos movimientos que los directivos llaman “negocios” y que son actos naturales dentro del mundo del deporte. Está claro, la venta de un jugador a otros clubes del país o a conjuntos del exterior no puede considerarse un desacierto. Pero la lógica indica que por cada jugador que se marcha debe llegar otro con igual o mayor calidad para mantener la profundidad y la capacidad competitiva en una oncena. No es el caso del rojinegro actual.
Ahora bien, no es la súper plantilla, pero tampoco como para perder 2-0 con el colista y en casa. Por eso la reciente derrota ante el Petare ha hecho tanto ruido. Se trata de un rival acostumbrado a encajar goleadas donde quiera que va y sorpresivamente vino al Metropolitano de Cabudare para firmar un triunfo contundente.
Descenso a la vista
La reacción, el despertar, la vuelta del Deportivo Lara por el camino de la regularidad debe ser inmediata. Ya se acotaba párrafos antes que sus posibilidades de luchar por un cupo al octogonal final lucen cuesta arriba, pero hay otra especie de “torneo” que amerita atención urgente: evadir la zona roja de la clasificación.
Sí, algo de lo que no se hablaba por predios barquisimetanos hace mucho tiempo, el fantasma del descenso acecha por la casa rojinegra.
La seguidilla de cinco compromisos sin sumar triunfos -apenas un empate- mandó al cuadro crepuscular a la casilla 16 de la tabla acumulada, separado apenas dos puntos de los puestos que determinan la pérdida de la categoría.
La zona de la amargura marcha así en este momento: Monagas (25), Petare (19), Llaneros (18) y Estudiantes de Caracas (17). Son, por ahora, los cuatro descendidos, visto que la próxima temporada se jugará con 18 equipos, dos menos que la actual. A duras penas, el Deportivo Lara los supera con 27 contables. De allí la urgencia de reencontrar los resultados positivos.
Por lo pronto, pasar la página rápidamente el elenco crepuscular, toda vez que mañana le hace frente al desafío de vuelta por los dieciseisavos de final de la Copa Venezuela, a Academia Puerto Cabello, que le hizo pasar algunos sustos en la ida, semanas atrás, en la costa carabobeña.