Un mes y tres días tenía Jesús López recluido en el Hospital Antonio María Pineda en Barquisimeto.
El joven, que cumplió su mayoría de edad en el centro de salud, se debatía entra la vida y la muerte luego de recibir un disparo en el glúteo derecho, el proyectil salió en el abdomen y a su paso dañó varios órganos vitales.
El hecho se registro en el barrio 15 de mayo en Acarigua, estado Portuguesa. Jesús estaba con un amigo en una casa que su mamá cuidaba. Entraron varios hombres y dispararon, pero según los familiares, buscaban al amigo de Jesús, aunque éste resultó ileso.
Aunque en primer instante sobrevivió al atentado, ni él ni su familia se imaginarían la pesadilla que vivirían después.
Al llegar al Hospital Jesús María Casal Ramos, en Acarigua, les comunicaron que no tenían insumos para operarlo, que lo trasladaran hacia Barquisimeto. Pero la ambulancia estaba accidentada.
Entonces la única manera que tenían para lograr el traslado era comprar ocho litros de aceite “cada uno nos costó tres mil bolívares y solamente le echaron cuatro” dijo Carlenis Colina, hermana de la víctima.
Una vez en Barquisimeto, les indicaron que tampoco había insumos y que debían correr con todos los gastos, la lista era larga, “hasta los guantes quirúrgicos tuvimos que comprar”.
Pasaban los días y el dinero se agotaba, tuvieron que vender todo lo que tenían en casa, “vendimos hasta el ventilador para salvarle la vida”.
Pese a todos los esfuerzos que la familia del muchacho hizo, este domingo en la mañana falleció por una complicación.
Carlenis se notaba agotada, hizo un llamado a las autoridades para que aseguren los insumos y medicinas en los centros de salud públicos, pues el dolor se multiplica con el trajín de buscar los recursos y recurrir a revendedores para que su ser querido sea atendido.