Independientemente de que el referendo revocatorio convocado por el pueblo venezolano, como medida para sofocar la crisis que en todos los órdenes nos arropa, expresará de manera contundente su petitorio para la salida anticipada de Nicolás Maduro en el ejercicio de la Presidencia de la República, el país nacional va a requerir de un entendimiento general, es decir, de un pacto político-social que permita el establecimiento de un mínimo de reglas para la convivencia ciudadana y el reencauzamiento tanto de la estructura económica como del nivel jurídico-político-ideológico del país, con lo cual los actores que hacen vida activa en todos los ámbitos de actuación (económico, político y social), puedan encaminar sus actividades en pro del bienestar y del progreso de nuestra nación, en un contexto signado por la paz, las oportunidades y la justicia para todos.
El alcance de este pacto social hace necesario el desarrollo de acuerdos entre todos los sectores y un proceso de negociación entre los dos bandos confrontados, valga señalar, por un lado, el de la oposición política representada por la MUD, el cual, a decir de los últimos eventos electorales (por ejemplo, la elección del parlamento nacional) y de los resultados obtenidos de los recientes levantamientos de opinión pública llevados a cabo por empresas reputadas en este tipo de actividad, encarna a la gran mayoría de nuestra población; y por el otro, al oficialismo, expresión de los intereses de la nueva oligarquía que detenta el poder político, económico, militar y represivo a través de sus hordas fascistoides.
Este proceso de negociación no será fácil; hasta ahora los intentos realizados por la trilogía de expresidentes designados por el bando oficialista para diligenciar un posible acuerdo con la oposición murió en el intento; esto, como producto del manifiesto sesgo de esta comisión a favor de los intereses y puntos de vista de la cúpula que nos gobierna. No será fácil, repito, porque ello exige de ambas partes un mínimo de racionalidad que permita discernir los hechos que convocan a este encuentro, en nuestro caso particular, nada más y nada menos, que la propia sobrevivencia del venezolano.
Esto último lo apunto a propósito de que el oficialismo está obcecado en no querer entender la génesis de la actual hecatombe nacional: su modelo societal es inviable y a la vista están sus resultados. Este hecho pone de manifiesto varios aspectos importantes que debería tomar en cuenta el cenáculo gubernamental:
1) que su ideología no guarda relación con la verdad que expresa su discurso redentor;
2) que su ideología no se sitúa en nuestra necesidad histórica, en cuanto sus argumentos para una posible negociación se centran en la preocupación de los intereses particulares de quienes ostentan el poder;
3) que el abordaje de la actual crisis no debe efectuarse a través de la represión del pueblo que protesta ante esta realidad, desvelando que ninguna reforma social o acometimiento de un fenómeno social puede ser encausada mediante el uso de la violencia;
4) que el progreso político más importante en estos momentos aciagos sería el reconocimiento e internalización de las críticas fundamentales a su ejercicio gubernamental así como la aceptación de las sugerencias razonables para reorientar a nuestra sociedad;
5) que los procesos de reingeniería social obligan a revisar los insumos disponibles, es decir, las experiencias que en este orden de actuación se han llevado a cabo históricamente, como por ejemplo la transformación de Polonia hacia una sociedad civilizada y moderna, o más acorde con nuestra realidad, la metamorfosis del experimento soviético a la actual economía de mercado del país referente de los apologetas del socialismo del siglo XXI: la Rusia capitalista.
No tenemos que transitar 72 años de penurias y padecimientos como los rusos para el cambio de rumbo.
Tarquino Barreto
