Los últimos acontecimientos ocurridos en el país no han hecho otra cosa que ratificar la tendencia totalitaria y militarista del régimen actual, que busca entronizarse en el poder al costo que sea, violentando algunos elementos que conforman el sistema democrático.
Así tuvimos un espectáculo desagradable en la celebración del 5 de Julio, día de la firma del Acta de Independencia, cuando la Asamblea Nacional realizó una sesión solemne civilista, con ausencia total del resto de los Poderes Públicos. Por su lado, el Gobierno hizo un acto militarista, encabezado por el presidente Nicolas Maduro, acompañado de miembros de los organismos nacionales.
Ese desfile militar se convirtió en una actividad de muy mal gusto, comenzando con la indumentaria mostrada por los soldados, la cual dejaba mucho que desear en relación con los tradicionales uniformes verde oliva, y qué decir del lenguaje utilizado por los militares participantes. Vociferaban frases y consignas propias de militantes políticos del oficialismo, trasgrediendo el principio de que las FANB son “apolíticas, obedientes y no deliberantes».
Por otra parte, ante la presión existente por el desabastecimiento de alimentos y medicinas, el Gobierno nacional dio otro paso en dirección errada y creó la Misión Abastecimiento Soberano y Seguro de la Patria, la cual estará adscrita al Ministerio de la Defensa y presidida por el general Vladimir Padrino López, quedando de esa manera militarizada la economía, lo cual genera expectativas negativas en el empresariado de cara a los caóticos resultados obtenidos en los ministerios, organismos públicos y empresas estadales manejadas por militares.
Luego el 14 de julio, en ocasión de conmemorarse 200 años de la inmortalidad del Generalísimo Francisco de Miranda, fuimos sorprendidos por una noticia relativa a la decisión del presidente Nicolas Maduro de concederle el ascenso “post mortem“ al grado de Almirante en Jefe de la Patria, cuya motivación nos parece fuera de todo contexto histórico, y además se convierte en un negativo precedente hacia el futuro.
Este hecho nos revivió lamentables recuerdos de un pasado reciente, como fue la profanación de la tumba del Libertador Simón Bolívar, la alteración de los símbolos patrios tal, como ocurrió con la Bandera y el Escudo Nacional, la elaboración de un diseño gráfico con un retrato del Libertador totalmente forjado, buscando convertir su fisonomía de aristócrata criollo, mantuano, en un espécimen de rasgos mulatos, similares a los del “comandante supremo”, como si la raza determinara la virtud de los hombres.
Ahora bien, se ha venido acentuando todo un proceso de militarización de organismos públicos, de un alto valor estratégico: se creó una empresa petrolera paralela a PDVSA, asumieron el sistema eléctrico nacional, la administración de los puertos marinos, el manejo de la importación de alimentos y medicinas; ahora el abastecimiento de estos insumos de primera necesidad también serán manejados por militares, lo cual aunado a los CLAP, configuran el total control alimentario de la población.
De tal manera que esta acentuada presencia del sector castrense en las altas esferas del Gobierno nacional ha producido una serie de especulaciones en la población y en el estamento político, en la búsqueda de establecer una lectura acertada de la situación planteada, habida cuenta de la conflictividad política, social y económica que atraviesa el país.
En conclusión, pareciera no ser esta la estrategia más apropiada a asumir por parte del sector oficialista, si hacemos cuenta que mayoritariamente la población venezolana es civilista y democrática, lo cual se ha confirmado desde el 6 de diciembre.
Creemos que todo ello abona a favor del tan anhelado cambio, el cual debe comenzar con el referendo revocatorio este mismo año, para beneplácito de nuestro país; ah y los militares, a sus cuarteles. Valor y pa´lante.