El ataque a cuchilladas perpetrado por un refugiado afgano en Alemania ha reavivado el debate sobre la capacidad del país de absorber a migrantes de países del Medio Oriente, muchos de los cuales le guardan rencor a las sociedades occidentales.
Riaz Khan Ahmadzai, de 17 años, atacó a un grupo de turistas hongkoneses con un hacha y un cuchillo en un tren cerca de Wuerzburg, en Baviera, el lunes a la noche, hiriendo a cuatro de ellos y luego a una mujer alemana que paseaba su perro afuera. Dos de las víctimas seguían en condición crítica.
El grupo extremista Estado Islámico se atribuyó el hecho y subió en internet un video en que el joven esgrime el arma y se declara «un soldado del Estado Islámico». Sin embargo, las autoridades dicen que el joven, que murió abatido luego de tratar de atacar a los policías, no tenía vínculos reales con ningún grupo terrorista y se había radicalizado solo.
La Alternativa para Alemania, un partido político que se ha vuelto popular en base a su retórica antiinmigrante, ha esgrimido el ataque como prueba de que la canciller Angela Merkel se equivocó al permitir la entrada de tantos refugiados al país.
Georg Pazderski, un dirigente del AfD, dijo que el ataque demuestra que Alemania está «sentada encima de un peligrosa bomba de tiempo» formada por miles de refugiados.
«Hay que resguardar mejor nuestras fronteras e intensificar la vigilancia sobre los solicitantes de asilo que están dentro del país», declaró Pazderski. «De lo contrario estaríamos ofreciendo una gentil agradable invitación para que venga otra persona y haga lo mismo».
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