A sus 28 años, Yonnatta Monsalve, venido de una familia netamente ciclística, selló el logro más importante de su carrera en competencias del calendario nacional, después de imponerse en la edición 2016 de la Vuelta a Venezuela, apalancado en un derroche de condiciones físicas, principalmente en el terreno montañoso, donde, sin ser un especialista, se manejó con comodidad, al mantener a raya a un escalador nato, José Alarcón, a quien superó en la pulseada por el título, para, a la vez, sacarlo con autoridad del trono.
Monsalve, sobrino de Hussein e hijo de Yovanni, corredores activos hace un par de décadas y con presencia constantes en la Vuelta al Táchira, ganó el trofeo principal con registro global de 34 horas, cinco minutos y 35 segundos para las diez fracciones distribuidas en carreteras de los estados Táchira, Barinas, Portuguesa, Lara, Yaracuy y Guárico, un par con llegadas en alto.
El oriundo de Barinitas, curtido en carreras internacionales al hacer vida en Europa desde hace ocho años, superó por un minuto y tres segundos a José García (Yaracuy) y por un minuto y 39 segundos a Alarcón, quien, al darse la salida en San Cristóbal, lucía como candidato a la reválida.
Monsalve levantó las bases para su coronación en la segunda jornada, al involucrarse en una fuga de ocho corredores que a la postre terminó siendo decisiva. Fue la etapa que inició en El Piñal y cerró en Socopó. El barinés, cerca de su casa, cruzó primero para festejar el triunfo parcial y colocarse el líder, delante de un lote que pasó a más de dos minutos y medio de diferencia.
Ese día quedó seleccionada la carrera, con un Monsalve a la cabeza y un Alarcón -que también estuvo en la escapada- a poco más del minuto. Vinieron, después, un par de exámenes montañosos para Monsalve, con la llegada en Santo Domingo en Mérida (tercera fracción) y el arribo en San Vicente de Nirgua en Yaracuy (séptima), ambos superados con elevada nota por el corredor, con capacidad para sostener el ritmo de los especialistas y la inteligencia para manejar las diferencias.
Lo demás fue pan comido para Monsalve, quien no sólo coloca en su vitrina el trofeo de una de las grandes de Venezuela -afuera había ganado el Tour de Langkawi en 2011- sino que inscribe su nombre en los Olímpicos de Río, lo que supone una doble alegría.