El lugar donde se mantienen internados los pacientes con traumas en el Hospital Central Universitario Antonio María Pineda (Hcuamp) se ha convertido en un área de espera para ser operados y además, en un foco de contaminación.
José Luis Medina es un joven de 18 años. El 24 de junio sufrió un accidente que lo obligó a acudir al Hospital Central para ser atendido de emergencia. Allí se le realizó la operación correspondiente y fue enviado a su hogar, sin embargo a los días volvió: una infección había sido adquirida en el quirófano en donde fue intervenido.
“Me dijeron que iban a hacer tres curas, ayer fue la última; con eso debí recuperarme pero no, me dijeron que tienen que amputarme ambas piernas”, dijo Medina quien apenas empieza su vida.
Tal noticia lo tomó por sorpresa, debido a que esperaba volver a estar en pie y aseguraba que siente sus extremidades inferiores, así como las mueve, por lo que prefiere acudir a un centro privado, a pesar de los altos costos, para obtener una segunda impresión.
Las necesidades son incontables, quienes permanecen internados deben costear prácticamente la totalidad de los insumos, tal como el caso del joven quien desde la fecha del accidente ha tenido que pagar más de trescientos mil bolívares para poder mantenerse en el hospital.
“Cada cura cuesta Bs. 24.000, además en las placas que me hacen gasto al menos Bs. 12.000 por cada una y los traslados en ambulancia Bs. 10.000; porque nada de eso lo están haciendo aquí”, explicó el joven en compañía de sus familiares.
Estos últimos deben encargarse no solo del cuidado de su ser querido, sino que además, debido a la situación en que se encuentra tanto el hospital como sus empleados; se ven en la necesidad de ocuparse de la limpieza del lugar.
“Yo coleteo desde el pasillo donde está mi hermano hasta la entrada de pabellón”, dijo Mary Bastidas, quien lleva más de 20 días esperando que su familiar sea intervenido quirúrgicamente.
Explicó que hay personas que tienen cerca de dos meses en esta posición, lo que ha convertido a traumatología más en un área de espera que de recuperación.
“Sutura, guantes, batas, soluciones y otros insumos hemos tenido que comprar, sin embargo seguimos esperando que lo operen, aún no nos dan fecha. Lo mantenemos aquí porque hemos vendido diferentes cosas”, aseguró la dama mientras lavaba algunos envases, a la vez que hacía mención a que no se trata solo de los insumos quirúrgicos, sino en general, destacando que incluso hasta el coleto y desinfectante para limpiar debe ser llevado por los familiares.
En el cuarto de faena se evidencia la falta de aseo, un área que debería permanecer en extrema limpieza.
Aunado a esto, no hay ventilación. Sofocante es el clima en traumatología, lo que trae como consecuencia una mayor proliferación de bacterias.
De tragedia
La realidad que se vive en traumatología, así como en todo el hospital, abarca no solo a pacientes y médicos, sino también a aquellos cuidadores que incluso en algunas oportunidades deben abandonar sus labores para dedicarse al cuidado de su familiar.
Tal como lo expresó Bastidas al hacer referencia a su caso. “Mis hijos pasan las de Caín porque no estoy. No puedo trabajar y debo buscar la forma de tener comida así sea un poquito de masa”.
Desesperación
Con todas las camas ocupadas, son muchos los casos de pacientes esperando ser operados, algunos porque no tienen los materiales necesarios para ser ingresados, otros porque sufren el hecho de que no todos los quirófanos estén en funcionamiento.
Impotencia genera en algunos casos, por lo que los afectados hacen la solicitud de que los gobernantes se preocupen por ejecutar soluciones urgentes para brindar mejores condiciones, tanto para los pacientes como para todo el personal que labora en los centros de salud, asegurando que se trata de uno de los temas que debe ser prioridad para cualquier país.