No podía ser de otra manera. Nos tocó evocar –con toda la dosis de nostalgia implícita– las palabras de un amigo ya desaparecido, cuando conoció por primera vez la experiencia de Desarrollo Humano, a propósito de un evento organizado en ocasión del V aniversario de la Licenciatura que ofrece la UCLA.
Rigoberto Lanz, con su estilo propio, inquiría: «Desarrollo Humano, ¿eso qué es?», interrogante cuyo eco continúa resonando en la mente de muchos que lo desconocen y, optan por asociarlo con un aspecto de la psicología, en razón de lo cual planteamos que es necesario adjetivarlo en términos de sostenible o sustentable.
En aquel entonces, la pertinente reflexión del amigo, capturó mi atención al asumir la definición que nos legase: Desarrollo Humano es el nombre con el que se identifica una experiencia académica que intenta abrirse paso por los intersticios de la “ingeniería social”, de la “responsabilidad social” de la empresa, del tradicional trabajo social, de las intersecciones entre sociología, antropología y psicología. En esa primera aproximación, fruto del contacto con los estudiantes y el debate que propiciamos con otros especialistas invitados, la percepción adquiría sentido.
Que una comunidad científica, como puede entenderse un centro de educación superior, retrotrayéndonos incluso a su decimonónica concepción, en eso de agrupar a “estudiantes y profesores en la búsqueda de la verdad”, haya dado el paso de crear una licenciatura en Desarrollo Humano, representa una audacia intelectual de primer orden, si nos atenemos a la permanencia de las carreras tradicionales, el grado de obsolescencia y las anti-reformas curriculares.
“Para cada uno de nosotros es un gran desafío y un gran compromiso ser licenciadas y licenciados en Desarrollo Humano, carrera que a muchos nos tocó de casualidad y que a otros nos tocó elegir, pero en la que decidimos quedarnos por vocación y por convicción; porque durante todo este camino, hemos visto la imperiosa necesidad que tiene nuestro país de profesionales con gran capacidad analítica para entender las problemáticas sociales y económicas, promover procesos de participación, fomentar la equidad y el desarrollo de las capacidades de cada persona, ejerciendo desde los distintos sectores e instituciones en pro del bienestar de cada uno de los ciudadanos de esta maravillosa tierra que es Venezuela”. Así lo expresó, Mariana Soteldo Daza, en nombre de los 34 recién graduados de la VI promoción, en reconocimiento a sus familiares, sus docentes y a la institución, con todo el orgullo que condensa la formación que recibió.
Que en el ámbito mundial se discuta y acuerden los Objetivos del Desarrollo Sostenible; y, en el ámbito local, se haya creado un Consejo Consultivo para pensar en Barquisimeto, como una Ciudad Sostenible, no dejan de ser – en una mirada prospectiva – buenos auspicios para lo que estamos haciendo.
Con esa convicción, reafirmada y fortalecida, abandonamos el Auditorio Ambrosio Oropeza, luego de compartir con un grupo de profesores esa inolvidable experiencia académica. Particularmente con María Eugenia Prieto, en nuestra condición de padrinos de la citada promoción. ¡Enhorabuena!
