Los que tenemos la responsabilidad de transmitir opiniones semanalmente a través de un medio de comunicación social, nos vemos en la obligación de estar permanentemente informados del acontecer en tiempo y espacio de todo aquello que permita evaluar históricamente lo económico, lo político, lo social, lo religioso y muchas otras formas de ver el comportamiento humano para valorar lo positivo adonde se enrumben el pueblo, la región y el país.
Por allá en el año 2008, muchas veces se informaba que se tenía que hacer un país autosuficiente, un país independiente, un país desarrollado con un gobierno que garantizara el máximo bienestar a la ciudadanía en general, que ese país subdesarrollado del siglo pasado en donde se afirmaba que había población que para subsistir consumía perrarina tenía que acabarse, que ese país de inseguridad ciudadana, de inasistencia médica, de injusticia social, de falta de servicios públicos en general, tenía que acabarse; mas oí aquello de modelo rentista y modelo productivo.
Me informé con beneplácito que el precio del petróleo aumentaba permanentemente, que las reservas internacionales llegaron a 42.000 mil millones de dólares, y que mi país Venezuela, era visto en el contexto internacional como un país de oportunidades, unas para bien y otras para mal de acuerdo al enfoque que se tenga. Las oportunidades de inversión exterior fueron totalmente limitadas bajo un régimen de prohibiciones, de inseguridad jurídica y limitaciones tal vez con un concepto de defensa de la soberanía nacional. Había dinero y venezolanos con capacidad intelectual y técnica para el manejo de las industrias establecidas del campo, con capacidad de producción, y a la vez ese modelo que en estos tiempos le han puesto el nombre de rentista tenía toda la posibilidad de haber sido un modelo productivo.
Ese modelo rentista establecido no por el ciudadano común se constituyó en expropiaciones, en importaciones, en desestimulo para el ciudadano común y es así como un millarcito de dólares de las reservas internacionales del momento constituyen hoy solo doce millones de dólares de reservas internacionales y observamos a nuestro alrededor un cementerio de chatarras de industrias, de fincas y por qué no decir, de servicios públicos, y casi para afirmar que hay gente que no puede alimentarse con perrarina porque no se tiene dinero para comprarla.
Ese modelo rentista que no tenía 52% de ciudadanos dedicados a la buhonería, que tenía de verdad un índice de desempleo, movía una industria petrolera eficiente, permitía que se hicieran represas para regadíos, para generación de energía y consumo humano. Si el modelo productivo está evaluado en el índice de desempleo ya están todos los problemas solucionados puesto que, si el Banco Central tiene que llevar ese índice, no hay desempleo en Venezuela, un productor que logre producir una caja de huevos, ya tiene garantizado el trabajo diario de quince personas en cada esquina del territorio nacional ocupadas vendiendo un cartón de huevos; si el modelo productivo es gastar dinero para producir un kilo de tomate en un balcón o lo que últimamente me informé de un conuco tecnificado para producir diez kilos de yuca, no sé cual puede ser el rendimiento en lo social para abastecer las necesidades de comida puesto que, en lo económico está garantizado el fracaso.
Mis reflexiones en positivo no son otras que permitir que los venezolanos tomemos las iniciativas para producir sin tantas prohibiciones y controles.
Ahora más que nunca el campo es la solución unidos todos por la Paz, la Convivencia, el Respeto y la prosperidad de nuestro país…