Del Guaire al Turbio – Como el colibrí

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Si cada uno de nosotros siguiera su mínimo camino con decisión, voluntad y alegría, cambiaríamos el mundo.

Digo mínimo –para otros será grande- porque hablo para gente corriente, de a pie, que vive su rutina cotidiana sin mayores aspavientos, sin grandes metas ni logros. Incluso para los ancianos como yo, los enfermos, los incapacitados, porque somos justamente los que tenemos un mínimo camino por recorrer, sea porque se nos agota el tiempo, o la fuerza, o ambos. Olvidemos de sentirnos inútiles, porque no lo somos.

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Dios no deja en este mundo lo que no sirve. Si consideramos que somos estorbos, es porque en nuestra alma algo anda mal. A veces nos encerramos en la inconformidad. Creemos que nuestro cuerpo maltrecho no sirve para nada, pero aún sirve para mucho. Según San Josemaría Escrivá, el Opus Dei salió adelante por la oración y el padecimiento de los míseros enfermos de los hospitales públicos de Madrid, él los atendía y les pedía esta entrega.

Se lo decía en estos días a una amiga contemporánea que he rebautizado “Ayayay”. Se la pasa en un solo quejido y como hace poco se cayó, aunque no se quebró nada, está magullada, entonces el llantén es peor. Su rezo, ante unas imágenes que tiene por ahí, es más bien un rezongo: “¿Qué hago yo aquí?” ¡Dios mío, lo que puedes hacer! En lugar de estar allí contemplando tus dolores, ofrécelos porque acabe la pesadilla que vive nuestro país. Si cada movimiento te produce profundo malestar, une éste a la Pasión de Cristo y ayúdalo a redimir. Calla tu ay, entrégale ese silencio a Dios para reconstruir el mundo que se degrada y envilece, ¿no lo ves?

No sólo la subdesarrollada Venezuela vive males. Ahí tenemos el disparate en varios países del primer mundo. Inglaterra acaba de votar por una medida que destruye su economía, su unidad y la relación fructífera con la unión europea. En España los partidos no se ponen de acuerdo para llevar adelante la nación, ¿se van a pasar las vida en elecciones? Un partido importante como el PSOE es incapaz de cerrar filas con el PP y el presidente Rajoy, por discrepancias y antipatías personales. ¡Dios, los sudacas venezolanos les podemos dar lecciones de política de altura con el Pacto de Punto Fijo! La gran nación del norte de América, prototipo de democracia, desarrollo y avance tecnológico, casi dueña del mundo, tiene que escoger presidente entre una abortista y un loco. ¿No está el mundo al revés y todavía nos atrevemos a decir que no tenemos por quién vivir y ofrecer a Dios nuestros quebrantos? ¡Qué necesario, imprescindible y fecundo podemos hacer nuestro mínimo camino! Sólo tenemos que rezar y entregar a Dios nuestras miserias físicas, nuestras angustias psíquicas y espirituales.

En el video de una reunión política, le oí al gran humorista y lúcido politólogo Laureano Márquez, esta fábula para animar a la esperanza: un bosque se incendió; todos los animales salieron en estampida y desde zona segura miraban los arabescos destructores del fuego. Un colibrí iba y venía a un lago vecino, tomaba un buche y lo echaba en las llamas. Una fiera le dijo burlona: “¿Y tú crees que con esas gotitas vas a apagar el incendio?” “Quizás no, pero estoy haciendo lo que debo”.

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