Estos ojos míos, que me dieron su luz para mirarte, han venido perdiendo su capacidad de la distancia. Su luz se niega a entregarme con entera nitidez tu imagen. Esa que coloqué al fondo de la sala, sobre el dintel de la puerta de nuestra modesta alcoba. Imagen que sostiene la pared entornada en su marco. En ella, tú, con la inteligencia a flor de ojos, bajo la amplia medialunada frente, revela que tu boca, siempre tan discreta, con sus labios naturales bien delineados y con su apasible color rosado, revelan y esconden cuando se les observa, más allá de la superficialidad de mirarlos, una leve y muy sutil sonrisa. Como si la Monna Lisa de Giocondo, siendo tu vida y consecuencialmente tu imagen posterior a la creación por Leonardo de esta imagen, hubiese esperado con su gesto, hacer una transferencia a priori, de ese gesto suyo que en la imagen de tu fotografía reproduces con muchísima mayor modestia.
Así son las cosas, el tiempo coloca a los seres y a los objetos en el momento debido y apropiado no importa su transcurrir, su indetenible y continuo pasar. Los gestos y razones de los sentimientos que caprichosamente nos mueven se conjugan para que la desobediencia haga de lo suyo, generando un “después” del “antes” del modelo. El futuro en este caso hubo de servirme para perpetrar lo que de modo normal resulta imposible. De modo que un pintor que no pudo de ningún modo conocerte haya estéticamente plasmado el modelo que después su creación en la concepción hubo de utilizar en la imitación.
De modo que la realidad de tu sonrisa es única porque proviene de eseantecedente,en su concepción no era permisible desdeñar justamente esas coincidencias. Tu sonrisa es la imagen más pura de todas cuantas antes hallan esbozado con picardía el instante pétreo de una sonrisa. El motivo, pues, es único en ti y en todas cuantas como tú hayan tenido motivos para sonreír. Mi admiración es plena, pero también enigmática porque tu ausencia definitiva cerró cualquier posibilidad de averiguarlo.
El tiempo es una distancia compleja y profunda que se mide por las vueltas que da el planeta en torno al Sol. Y que contadas ya suman seis.
La invisible ausencia de los años luego de tu desalmación se concreta perpetrándose en ese desesperante silencio bullicioso de la soledad. Tu imagen es todo cuanto me acompaña. Y como tus cualidades y valores no se habrán de repetir, entonces mi amor para ti habrá de permanecer en la orfandad y sin esperanzas hasta el fin de mis días.