Los venezolanos somos otros. Cuando nos dijeron que Venezuela cambió para siempre, muchos creímos que era una fanfarronada. Pero no, fue verdad.
A los venezolanos se nos olvidó lo que es vivir. En Venezuela sobrevivimos. Al hampa, al gobierno, a las colas, a la escasez, a la indiferencia. Se nos olvidó lo grato que es salir a caminar por las calles sin preocupación, sin suspicacias, sin paranoia. Sospechamos de quienes se nos acercan, porque no creemos ya en la buena voluntad de las personas.
Dudamos de quienes piden ayuda, porque puede ser una trampa para un secuestro, robo o asesinato. Muchos han muerto de mengua porque a la piedad la mató el miedo. Se nos olvidó lo que es departir y compartir con amigos, porque nos hemos autoimpuesto un toque de queda. A nuestros vecinos casi no los vemos y a los nuevos que llegan los tratamos de lejos, porque no creemos en nadie.
Se nos olvidó que éramos un pueblo alegre, con gran sentido del humor. Ahora somos un pueblo agresivo, lleno de prejuicios, con odios que parecen centenarios, siempre dispuestos a responder con hostilidad, a tomar como enemigos a los adversarios, a no reconocernos. Se nos olvidó lo que era ir a un juego de béisbol cuando lo que nos dividía era la afición por un equipo. A los venezolanos se nos olvidó lo que era ir a la playa y compartir con todos los que nos rodeaban. Ahora nos vemos con recelo, porque siempre hay un motivo para barruntar.
A los venezolanos se nos olvidó la compasión. Ahora siempre prejuzgamos y estamos dispuestos a censurar sin conocer las circunstancias, a llegar a conclusiones a la ligera, a reenviar mensajes que denigran de personas sin corroborar los hechos de los que se les acusan.
A los venezolanos se nos olvidaron las parrandas hasta el amanecer, las tenidas en familia hasta la madrugada, porque ahora las familias no sólo están divididas por simpatías y antipatías políticas, sino que están fragmentadas por todas partes del mundo. Hemos cambiado palabras amables por insultos, solidaridades por repulsas. Convertimos a villanos en héroes y a héroes en villanos sin meditar.
Se nos olvidó que un día teníamos paz, que la esperanza no era una entelequia, que el nuestro era un país al que la gente llegaba, no del que la gente se iba. Se nos olvidó ser venezolanos.
@cjaimesb