Septimo Día

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La crisis por la cual atravesamos los venezolanos es política, económica y social, y se fundamenta en la falta de políticas claras, suministro de información coherente y confianza y credibilidad en lo que se hace.

Esta es la opinión generalizada, y en el esfuerzo por entender la razón de la crisis se ha concluido en que la misma existe porque los factores humanos que dirigen el destino del país no son capaces de visualizar la situación actual, definir el escenario deseado, con sus metas y objetivos, así como las directrices necesarias para alcanzarlas.

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La crisis también se origina porque no existen o existen muy pocos recursos humanos, políticos, jefes, gerentes, ejecutivos, con cualidades de líderes, y, en pocas palabras, quienes dirigen los destinos de las instituciones públicas y privadas no comparten los ingredientes de visión e integridad.

¿Porque la visión de futuro es importante? Porque los ciudadanos se sienten más seguros cuando saben hacia dónde van, los subalternos trabajan mejor cuando sus jefes están claros en sus funciones y en el rol que les corresponde desempeñar, cuando los jefes saben lo que quieren.

Igual sucede con el acontecer económico, político y social del país; lo que ocurre, lo que se hace y lo que se informa debe estar claro, caso contrario se demostraría la carencia de buenos traductores de las directrices trazadas en los altos niveles y dejarían de existir los fines y propósitos de las interacciones necesarias entre los diferentes entes que conforman los equipos de trabajo.

Por otra parte, no deben existir problemas de interacción, ya que las ideas tienen que ser comprendidas mediante una comunicación efectiva, es decir, que lo que se trasmita y difunda sea interpretado por las personas de la manera requerida.

Por otro lado, no existe integración en algunos quienes trabajan en los cargos directivos, no existe honradez del pensamiento y la acción; por lo tanto no existe confianza, ya que ésta es consecuencia de la integridad, es la cualidad que no se puede adquirir, se gana, la otorgan los miembros del equipo, las masas, y sin ella el líder no puede ser líder. Sin confianza un político, gerente o jefe, no puede ejercer las funciones de liderazgo.

No obstante, como dijera Warren Bernis: “El liderazgo es como la belleza, difícil de definir, pero fácil de reconocer”. La mayoría de autores que han escrito sobre el tema dicen que ser líder es ser guía, es decir, personas capaces y dispuestas a ir adelante o junto con otras personas, pero no como los jefes que se colocan arriba, solo dan órdenes y esperan que se les obedezcan; en estos tiempos que vivimos las cosas no están como para exigir obediencia, sino para ganarse la credibilidad y conducir dando ejemplo.

Finalmente se observa que se requiere de una reorientación de este proceso, que la recompensa de la acción debe darse en pro de las metas que se establezcan y que se debe alcanzar la confianza de nuestros recursos humanos como guías hacia el logro de una mejor calidad de vida, en tal sentido habría que reconocer los líderes emergentes, rescatar nuestra identidad, cultura y valores, como la honestidad y la responsabilidad. Valor y pa´lante.

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