Hace cuatro meses, Gael, un joven que ya no esconde su preferencia sexual por los hombres, recibió lo que considera la peor “sorpresa” de su vida: fue diagnosticado con VIH. Se derrumbó, el mundo se tiñó de gris, sintió culpa, odio a sí mismo y miedo de morir.
Enfrentaba entonces la etapa más difícil de su vida, nunca se sintió igual, ni siquiera cuando tuvo que dejar su nido y gritar al mundo que era gay. Recuerda el día que se plantó frente a su madre, una señora con raíces campesinas y mente poco abierta, y le contó su historia, ese día también le dijo adiós.
Se vino desde Sanare y se instaló en una residencia en Cabudare, con amigos que comparten su misma orientación sexual. La “libertad” le duró poco, apenas se enteró de su diagnostico se devolvió a aquellas tierras y buscó refugio en los brazos de su mamá.
Ella lo aceptó pero le pidió, por favor, que de ahora en adelante durmiera en el sofá.
Discriminación
Dice que después de llorar tanto por varias semanas resolvió regresar a la residencia, esperaba mayor compresión de sus amigos, pero ellos le dieron la espalda.
Los vecinos encargados de la distribución de alimentos casa por casa lo excluyeron, aún no sabe el porqué, Gael fue al Programa Nacional del Sida (Pronasida) a buscar un informe médico que pueda presentar ante el Consejo Comunal para que le vendan la bolsa, pero pidió que no se especificara su condición, por simple temor a sufrir más rechazo.
Las palabras son insuficientes para describir la cruz con la que deben cargar las personas con VIH, no importa la edad ni el sexo, las emociones se “revuelven” igual, la historia de Gael es tan real y dolorosa como la de cualquiera.
“La parte psicológica mata más que el virus” afirma José Vicente Oliveros, integrante de la Fundación Red Venezolana de Hombres Positivo, que oye decenas de historias tristes cuyos testimonios terminan en la frase “esperaré la muerte”.
Oliveros asegura que además de la carga que el paciente lleva consigo, especialmente los recién diagnosticados, se le suma una “nueva” tarea, la de batallar para llevar una buena alimentación pues de lo contrario sería imposible soportar los medicamentos.
Indebida alimentación
Esta semana un paciente pasó a retirar su tratamiento en la sede de Pronasida, los trabajadores le comentaron que estaba bastante delgado. Una olla con agua hirviendo, un cubito de pollo y una porción de pan, es la comida casi diaria de ese paciente, fue fácil comprender el desgaste de su cuerpo.
Dice, sin revelar su nombre, que trata de comer bien pero se le hace imposible porque no consigue los productos y amanecer en una cola es algo que “probablemente mi cuerpo no soportaría”.
Oliveros dice que entonces es cuando el virus aprovecha de atacar, golpea a la persona tan fuertemente que puede despedazarlo en poco tiempo, en cambio si se trata en lo posible de tener buenos hábitos, buena alimentación y cumplir con la toma correcta de medicamentos, las esperanzas de vida son inagotables, “puede vivir los mismos años que viviría sin VIH”.
Situación actual en Venezuela
A principios de mes, la organización apolítica y sin fines de lucro, Red Venezolana de Gente Positiva (RVG+), dio a conocer un informe semestral correspondiente a enero-junio 2016 sobre la situación del VIH/SIDA en el país.
Ante los ojos del mundo está expuesto el desabastecimiento de antirretrovirales, reactivos para pruebas y falla en los medicamentos para las infecciones.
En el informe se asegura que desde el año 2015 existía la preocupación por la obtención de los medicamentos que adquiría el Ministerio para la Salud y lo entregaba a los Programas Nacionales de Sida. La compra de 2016 no fue realizada porque el Gobierno nacional tenía una deuda con las casas despachadoras.
La RVG+ estima que en cualquier momento el país podría entrar en un mega desabastecimiento de antirretrovirales, con las graves consecuencias que representa para la salud y vida de los pacientes.
Esta situación se ve reflejada en Lara. En donde el Viraday, tratamiento de mayor demanda por los pacientes, no está disponible.
Es verdad que Pronasida, advertidos de la situación del país, mantiene una pequeña reserva, exclusiva para pacientes en condiciones graves, pero la mayoría de los 5.000 tratantes en Pronasida está a la espera de la dotación que envíe el Ministerio para la Salud.
Aunque la solicitud para la cuota de julio se hizo en la fecha correspondiente, a la fecha no ha llegado. Los pacientes consultados dijeron estar angustiados, debido a la crisis, toman sus propias medidas, “tomo la pastilla un día sí y otro no” dijo un joven que por su apariencia no superaba los 25 años de edad, sin embargo los especialistas coinciden que de esta manera el tratamiento no surge el mismo efecto y es contraproducente.
Tampoco hay reactivos
Cada paciente diagnosticado con VIH debe hacerse un estudio al menos dos veces al año para determinar la cantidad de VIH que hay en la sangre, este estudio se llama carga viral y desde septiembre de 2015 no se realiza en el laboratorio de Pronasida ni en ninguno de Barquisimeto, debido a la falta de reactivos.
Los pacientes deben acudir a Valencia, Caracas o Maracay, en donde lo realizan algunos laboratorios privados, para julio de 2016, tiene un costo de 15 mil bolívares.
Costear el viaje a otra ciudad, más el valor del examen, no es algo asequible para un gran número de pacientes, quienes deben recurrir a fundaciones para la solicitud de apoyo económico. La información que arroja la carga viral es indispensable para la toma de decisiones del tratamiento del paciente.
Por otro lado, el recuento de células CD4 Y CD8, que ofrece una indicación del estado de salud del sistema inmunitario, también debe hacerse, pero tampoco hay suficientes reactivos.
Los exámenes de laboratorio que los especialistas recomiendan son:
-Confirmación de la infección por el VIH.
-Hematología completa, LDH, transaminasas, bilirrubina total y fraccionada, proteínas.
-Funcionalismo renal, electrolitos séricos y perfil lipídico.
-VDRL cualitativo y cuantitativo.
-Serología para virus de hepatitis.
-Serología para toxoplasmosis, citomegalovirus y serología para hongos.
-Contaje de linfocitos T CD4 y carga viral.
-Radiografía de tórax.
-Citología vaginal, si es mujer, y anal, si es hombre.
Según el informe de la Red Venezolana de Gente Positiva, en Lara no hay disponibles:
-Elisa de VIH, que permite la detección inicial del virus.
-Western Blog, análisis confirmatorio.
-Perfil lipídico.
-Perfil hepático.
-Perfil renal.
-Derivado proteico purificado.
-Serología para virus de hepatitis.
-Serología para toxoplasmosis, citomegalovirus y serología para hongos.
-Carga viral.
Declaraciones falsas
Según Edgar Arias, presidente de la Fundación Red Venezolana de Hombres Positivo, la ministra para la Salud, Luisana Melo, emitió unas declaraciones falsas sobre la escasez de medicamentos en el país.
Melo apuntó recientemente que sólo hay déficit de 25 % de medicamentos, el antirretroviral “tiene fallas porque se vendía en bolívares y ahora se vende en dólares” pero aseguró que llegará al país en una semana.
Arias está angustiado, lo llaman a cada rato para preguntarle cuándo llegará el tratamiento a Pronasida y no tiene respuesta alguna.
En Lara hay 25 pacientes que pararon completamente su tratamiento porque el antirretroviral usado no se consigue en ninguna parte del país, se llama Isentress y lo usan 1.500 personas en Venezuela. Este es el más potente de los antirretrovirales y después de este, no hay otra opción.
Tampoco hay kit de bioseguridad
Las embarazadas con VIH reciben trato discriminatorio en el área de maternidad del Hospital Central Universitario Antonio María Pineda, afirma Edgar Arias.
Y no sólo en ese centro de salud. Se supo que esta semana dos mujeres fueron obligadas a parir en el Hospital de Carora, los hijos tuvieron contacto con la sangre de la madre y también se infectaron.
Arias recuerda que las embarazadas sólo pueden dar a luz a través de cesáreas con el uso de un kit de bioseguridad, y tampoco pueden amamantar, por lo que la leche materna debe estar garantizada por el Ministerio de la Salud, pero actualmente, parece que esta atención se quedó en el olvido.