En días pasados, el gobernador del estado Lara Henry Falcón se reunió con la presidenta del CNE, con el fin de presentarle un análisis técnico en el que concluye que es factible realizar el referendo revocatorio este mismo año.
Igualmente, aprovechó la cita para tratar un evento que, no obstante su importancia, ha sido eclipsado por la lucha por el revocatorio: las elecciones regionales. La pregunta es inevitable: ¿Por qué el CNE guarda silencio respecto a la convocatoria de estas elecciones?
De acuerdo a la ley las elecciones deberán realizarse en diciembre de este año. Sin embargo, el CNE, no ha anunciado la fecha en la que se realizarán las elecciones regionales. Debido a la absoluta discrecionalidad con la que se toman las decisiones en el organismo comicial, esta omisión ha pasado por debajo de la mesa para la mayoría de la población.
Lo cierto es que tradicionalmente los venezolanos han mostrado escaso interés por las elecciones regionales. En las elecciones de 2012 la abstención se ubicó en 46% en un contexto muy particular. Las elecciones presidenciales se realizaron en octubre de ese año y el candidato opositor Henrique Capriles desplegó una extraordinaria campaña en todo el país frente a un ya muy debilitado Hugo Chávez.
El candidato de la MUD despertó por primera vez en mucho tiempo la sensación de que los factores de oposición tenían la mayoría necesaria para ganar. Chávez venció por 10 puntos al gobernador de Miranda, pero los más de 6 millones de votos logrados por el opositor frente al flagrante ventajismo oficial constituyeron un aviso de que se estaba gestando un cambio político en el país.
No obstante, los resultados de las elecciones regionales no reflejaron la realidad electoral del país porque la abstención del electorado opositor producto de la derrota de octubre le dio la victoria al PSUV, y la MUD tuvo que conformarse con sólo 3 gobernaciones.
La derrota en ese momento no sólo se explica por la decepción que embargó al electorado opositor por la derrota de Capriles en las elecciones presidenciales sino también por graves fallas en el liderazgo político de la MUD y las divisiones dentro de la misma, que impidieron el desarrollo de una estrategia de convencimiento al electorado sobre de la importancia de las elecciones regionales para el juego político.
Otro de los factores que contribuyeron al fracaso electoral fue que, en muchos casos, la MUD privilegió el consenso por encima de las primarias como mecanismo de selección de sus candidatos, lo que sin duda les restó legitimidad a sus abanderados. Esto propició la derrota de gobernadores en ejercicio que no contaban con el favor popular y sin embargo fueron impuestos.
Actualmente, y debido a las diferencias que persisten entre las fuerzas que hacen vida en la oposición, no hay consenso en torno a la importancia de las elecciones regionales. Desde el punto de vista de estrategia política no es contradictorio impulsar el referendo revocatorio y las elecciones regionales. Por el contrario, son dos eventos complementarios, cuyo resultado puede modificar totalmente el sistema político.
Datanálisis sostiene que en este momento, el PSUV no sólo perdería el referendo revocatorio sino cualquier elección a la que asista, de tal modo que, al menos en teoría, los números favorecen a la oposición para los venideros procesos electorales. Por esta razón, sería suicida para la MUD dejar pasar la oportunidad de conquistar importantes espacios de poder en las gobernaciones.
Si el centro de la estrategia es conquistar Miraflores, tener gobernaciones y consejos legislativos de la MUD, propiciará la gobernabilidad ante un eventual cambio de gobierno.
Es necesario en este segundo semestre del año enfocarse en la celebración de las elecciones regionales y en la exigencia del cronograma al CNE. Corresponde entonces a los actores de la MUD posicionar en la opinión pública el tema paralelamente a la activación del referendo revocatorio como dos mecanismos distintos pero complementarios que resultan indispensables para lograr el cambio político. No debemos perder de vista que, a pesar de la magnitud de la crisis, el PSUV todavía conserva un importante caudal electoral, independientemente de la popularidad y credibilidad del Presidente de la República. Por otro lado, el partido de gobierno debería aprovechar su voto duro para reconstruir el partido, impulsando nuevos liderazgos que generen empatía con la población y se comprometan a resolver los agobiantes problemas de las regiones. No es tarea fácil pero es un reto pendiente después de la muerte de Chávez.
No es democrático hacer elecciones cuando se sabe que es mayoría y evitarlas cuando se ha perdido el favor popular. Una de las tareas pendientes de los demócratas venezolanos es luchar para que las elecciones sean verdaderamente competitivas y en igualdad de condiciones.