Los vecinos dijeron que las detonaciones se escucharon a las 10:00 de la noche del sábado, pero no se atrevieron a salir de sus casas.
José Eliberto Rodríguez Andrade (35) y Daniel Antonio Vizcaya Alvarado (33) son las víctimas de este hecho se sangre. Ambos fueron encontrados por el tío de Daniel a las 6:00 de la mañana, cuando se dirigía hacia la cooperativa del pueblo.
Eran amigos y el sábado estaban bebiendo cocuy en la parada de transporte de La Quebrada, junto a otros vecinos. Aunque esa noche había una fiesta en el pueblo donde cantaría Mr. Brian, José y Daniel no se animaron, prefirieron instalarse en la parada y tenían la intención de retornar temprano a sus hogares.
Los mataron a tres cuadras de distancia de la casa de Daniel.
Padre honesto
Daniel Vizcaya, apodado El Amarillo, trabajaba como albañil, tuvo un contrato para la construcción de las casas de la Gran Misión Vivienda Venezuela, pero paralelo a su trabajo, llevaba una vida que desagradaba a su papá, Maximino Vizcaya.
El señor cuenta que años su hijo tuvo un problema en Barquisimeto por el cual estuvo varios años detenido. Desde entonces, la policía constantemente lo acosaba y lo culpaban a él de todo lo que sucediera en Río Claro, entraba y salía de la comisaría del pueblo con frecuencia.
La semana pasada lo culparon de un robo en una casa, pasó dos días en el calabozo y lo dejaron en libertad. El Amarillo estaba acostumbrado y continuó con su vida.
Pero Maximino comenta que muchas personas le tenían rabia a su hijo y que días atrá le llegó el comentario que lo estaban buscando para matarlo.
“No salgo de una” dice desalentado el papá de Daniel, está convencido que atraviesa por una mala racha, pues al menor de sus hijos, de 15 años de edad, le dispararon en la pierna cuando caminaba por La Carucieña, sobrevivió pero le amputaron el miembro, ahora está recuperándose.
Además, el sábado hubo un atraco en la granja donde Maximino y su hermano trabajan en Cabudare. Cuatro hombres entraron, los golpearon, y se llevaron todo lo que había en la casa.
Ayer se veía fuerte, no lloraba, pero en su mirada se notaba la tristeza. “Me lo voy a llevar para mi casa” repetía, pues ya estaba cansado de esperar por tantas horas el levantamiento de los cadáveres.
A las 10:00 de la mañana se acabó su suplicio, cuando detectives del Cicpc llegaron al sitio para realizar las pesquisas y trasladar los cuerpos sin vida hacia la morgue de Barquisimeto.
José era jornalero
A José Rodríguez le decían “Morocho” y trabajaba como jornalero en sembradíos de papa y tomate. Estaba residenciado en Matatere, una zona bastante alejada de donde lo asesinaron, pero no le importaba pasar la noche en la casa de algunos amigos. No presenta registros ni antecedentes judiciales.