El jefe de sicarios del fallecido capo del narcotráfico colombiano Pablo Escobar aseguró el jueves que quiere ser congresista para luchar contra la corrupción y en favor de los presos.
«De mí se habla mal todos los días, pero yo sigo para adelante… Cuando la justicia transicional se haga efectiva en el país yo me pienso lanzar al Senado de la república», dijo John Jairo Velásquez, alias «Popeye», a la emisora local La W.
Con ironía, el otrora asesino a sueldo que estuvo en prisión por 23 años como confeso responsable de centenares de homicidios, indicó que si el máximo jefe de las FARC, Rodrigo Londoño o «Timochenko», va a estar en el parlamento él también puede.
«Si el señor ‘Timochenko’ va a estar en el Senado, pues ‘Popeye’ también puede estar y además yo ya pagué 23 años y tres meses de cárcel», enfatizó Velásquez, libre desde fines de agosto de 2014.
La justicia transicional a la que se refiere «Popeye» entrará en vigor una vez que se firme la paz entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Uno de los puntos que acordaron las delegaciones negociadoras de la guerrilla y el gobierno es la participación de los rebeldes en política. En Colombia expertos dan como un hecho que los máximos comandantes de las FARC -como «Timochenko»- aspirarán a cargos de elección popular.
El abogado constitucionalista Juan Carlos Moncada explicó por teléfono a The Associated Press que en Colombia nadie podrá ser congresista si ha sido condenado en cualquier época a pena privativa de la libertad, excepto por delitos políticos o culposos.
La trayectoria de «Popeye» es tenebrosa. En su haber delictivo hay registrados unos 300 asesinatos por mano propia y la coordinación de otros 3.000, según reconoció él mismo en diferentes entrevistas.
Confesó, por ejemplo, su participación en el asesinato del candidato presidencial Luis Carlos Galán, quien murió baleado el 18 de agosto de 1989 mientras asistía a un acto de campaña en Soacha, una localidad aledaña a Bogotá.
Las autoridades colombianas aún buscan esclarecer los detalles de ese magnicidio que se atribuye a una asociación delictiva entre los líderes narcotraficantes del desaparecido cartel de las drogas de Medellín, grupos paramilitares, mafias políticas y miembros corruptos de la fuerza pública.
Corría la década de 1980 cuando Pablo Escobar declaró una guerra sin tregua al Estado y a todos aquellos que amenazaban con extraditar a Estados Unidos a los máximos líderes del narcotráfico. Uno de los políticos que promovió esa política fue Galán.
Por encargo del propio Escobar, a quien dijo haber conocido en 1980, «Popeye» coordinó las emboscadas contra diferentes líderes colombianos que le resultaban incómodos al jefe del cartel de Medellín, muerto por la policía en 1993. A su paso cayeron políticos, jueces, periodistas y miembros de la fuerza pública.
Velásquez encabezó el secuestro y posterior asesinato del procurador Carlos Mauro Hoyos en 1988. Ese mismo año tuvo secuestrado una semana al expresidente Andrés Pastrana (1998-2002).
A «Popeye» también se lo responsabiliza de planear la explosión del vuelo 203 de Avianca en 1989 porque el cartel de Medellín creía que a bordo viajaba César Gaviria, entonces candidato presidencial y sucesor de las ideas de Galán.