Son jóvenes, ninguna de las dos llega a los 30 años, pero en su vida no han tenido momentos fáciles. Día a día han tenido que darle la cara a la humillación, al maltrato, a la ignorancia, incluso, a la espalda de sus propios familiares. Hoy, con 27 y 29 años respectivamente, están en un momento de gran plenitud, están juntas y a la espera de un bebé, que nacerá bajo la protección del primer concubinato legal del país entre una mujer transgénero y una mujer lesbiana. No les importa ser señaladas, para ellas “los designios de Dios son perfectos”.
Francheska Romero —nombre legal, Jesús Romero— y Erlinda Zambrano tienen seis años juntas, las desdichas y las complicidades les marcaron un camino en común. A tan solo dos meses se convertirán en madres de Joshua Sebastián Romero Zambrano, a quien colmarán de amor y protegerán del bullying, que saben que, en algún momento, sufrirá, pero estarán ahí para dar la cara por él y para él.
Joshua fue el principal motivo para legalizar una relación que por años se manejó de maravillas, que ante las negativas de “las leyes” decidieron darle la espalda a los códigos civiles, incluso a la misma cédula de identidad, donde se registran como identidades legales los nombres de Jesús Enrique Romero Franco y Erlinda Coromoto Zambrano Rodríguez, sexo masculino y femenino. El “somos felices” imperó hasta hace siete meses. Lo demás era accesorio.
Sin embargo, una prueba de embarazo cambió el paradigma. Surgió el miedo de Francheska de que —ante la terquedad y ceguera de las autoridades de los registros— no pudiera reconocer a su primer hijo, anhelado por años. Entonces, las dos mujeres se pusieron nuevamente a tocar las puertas, no ya las mismas que se les habían cerrado hace tres años, cuando surgió la primera iniciativa de legalizar su unión.
En un principio, acudieron a varios registros del centro de Caracas, luego dirigieron su cruzada hacia Sabana Grande y La Bandera, donde fueron despedidas entre risas. Siempre consiguieron la misma respuesta: “dos mujeres no se pueden casar”. La cédula de identidad era ignorada. No pocas veces peleó Erlinda, alegando la identidad legal de su pareja para cumplir su cometido. “Nos llegaron a decir que no se podía porque ella tenía modificaciones físicas, implantes”, comenta Zambrano.
El último intento se hizo ante la diputada de Un Nuevo Tiempo, Tamara Adrián, quien lleva su cruzada particular por el reconocimiento de la comunidad de Lgbti. La abogada las remitió a Chacao, donde fueron atendidas por el concejal Diego Scharifker, quien admitió que se encontró con cierta reticencia, pero menos de la que esperaba.
En Chacao las dos mujeres pudieron lograr su cometido y legalizar su unión, siendo éste el primer caso en el país, marcando un importante precedente, amparado por las mismas leyes que hasta los momentos desconoce los derechos civiles a cierto sector de la población. Hoy ya suman tres las parejas interesadas en legalizar su unión en este mismo municipio de la Gran Caracas, indicó el concejal. Sin quererlo, Francheska y Erlinda sentaron un precedente sin igual.
La otra vez iba en la calle y dos chamas se me quedaron viendo, pero como una ya está acostumbrada a que la vean no le di importancia. Una de ellas me llamó y me preguntó: ‘¿tú fuiste la que se casó?’, y le respondí que sí. Me abrazó y me pidió un selfie con ella”, comenta Francheska, extrañada de este reconocimiento. A su lado Erlinda la observa tímidamente, satisfecha de sus logros.
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