Hace veinticuatro años escribí un artículo sobre este tema. Cuánto nos ha costado asimilar esta necesidad. Un Ministro de Relaciones Exteriores debe caracterizarse por poseer una noción exacta del escenario interno y del marco internacional donde debe desarrollar el arte de negociar, de “vender” la imagen del país que representa. Una cartera como la de Relaciones Exteriores no puede servir para complacer copartidarios, para disimular entuertos de un gobierno. Necesitamos gente entrenada. La diplomacia es un arte que no admite improvisación. Hay que leer mucho a Richelieu, Telleyrand, a Disraeli, a Rio Branco y Kissinger, sin olvidar a nuestros Juan Germán Roscio, Pedro Gual, Fermín Toro, Esteban Gil Borges, Caracciolo Parra Pérez, Ignacio Luís Arcaya, Arístides Calvani y Efraín Schacht Aristiguieta.
La actualidad del tema se debe a la bochornosa actuación de la Señora Delcy Eloína Rodríguez en el marco de la última reunión de la OEA. La dictadura chavista se empeñó en exhibir en el mundo unos Cancilleres sin la preparación para el cargo. Haber nombrado a Maduro, Jaua y Rodríguez, Ministros de Relaciones Exteriores ha sido de las cosas más espantosas que nos han ocurrido en estos años de autoritarismo en pleno siglo XXI.
El manejo de la política exterior y de la política internacional de un país, requiere no solo del conocimiento teórico de lo que es la diplomacia, de eso que en la antigua Serenísima República de Venecia, llamaban “el quinto elemento”. Es necesario que el titular posea otras virtudes como talento, cortesía, sentido lógico, capacidad negociadora, elegancia, predisposición anímica favorable entre sus interlocutores, educación cívica, idiomas, espíritu elevado, erudición, no se le debe escapar un solo desliz. Las actuaciones de la Canciller en la OEA, dentro y fuera de las reuniones fueron objeto de los chistes más crueles, hasta llegar un Embajador a decir: “Bien mal debe andar el gobierno de Maduro, que ha designado como Canciller a una mujer como esta”.
Lo de la Rodríguez fue un papel deslucido, sus ademanes, tono de voz rayando en la altanería, actitud provocadora, la descalificación que hizo del Secretario General Almagro y del ex presidente Uribe, de los Estados Unidos que nos compra el petróleo y que sin pruebas lo acusa de injerencista, conformaban un cuadro desventurado.
Pero los desajustes de la Ministro improvisada no pueden atribuírsele solo a ella, detrás estaba en la ocasión el inefable Roy Chaderston, gallo de peleas, esta vez con su papel de incitador. No era en esta ocasión un colaborador avezado, sino un competidor que anda buscando nuevamente el cargo. Le interesaba el papelote de la Canciller, para justificar sus ocultas ambiciones.
Después de este revés, donde el secretario general Almagro presentó un extraordinario retrato de la Venezuela de hoy, donde la OEA queda reivindicada como defensora de la democracia, no queda otra sino insistir en la profesionalización del oficio.