Chavismo se debilita en manos de Maduro

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El presidente Nicolás Maduro, un exconductor de autobús y exsindicalista, es el heredero político del fallecido Hugo Chávez y protagonista de una de las mayores crisis de Venezuela que amenaza con sacarlo del poder.

Maduro, de 53 años y a quien Chávez ungió tres meses antes de su muerte -el 5 de marzo de 2013- para que liderara la revolución socialista, es considerado una figura desangelada, sin el carisma que tenía su mentor.

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El mandatario no tuvo la luna de miel de los presidentes recién electos, pues la oposición impugnó su triunfo ante un estrecho margen sobre Henrique Capriles, quien hoy impulsa un referendo revocatorio en su contra.

También en los albores de su mandato la crisis económica arreció, si bien los precios del petróleo empezarían a derrumbarse un año más tarde agravando el panorama.

Desde entonces, su popularidad comenzó a descender al punto de que un 68% de los venezolanos favorece un cambio de gobierno, según un estudio de Venebarómetro.

Tras un año en el poder, el gobernante enfrentaba de lleno la crisis que atribuye a una «guerra económica de la derecha» -apoyada según él por Estados Unidos- y protestas opositoras que buscaban su renuncia, que dejaron 43 muertos.

Sin el liderazgo de Chávez

«Maduro no es Chávez», dicen algunos chavistas que ven cómo el proyecto del líder socialista se desmorona en las manos de Maduro, quien en medio de las dificultades económicas intenta mantener los programas sociales que proveen educación, salud y vivienda a los más pobres.

«El chavismo con Maduro se ha debilitado dramáticamente», sostiene Luis Vicente León, presidente de la firma Datanálisis, para quien el presidente «no es un líder carismático» como Chávez.

Prueba de ello fue la «bofetada» -como el mismo Maduro la llamó- recibida el pasado 6 de diciembre cuando el chavismo sufrió su mayor derrota electoral en 17 años, al perder de forma aplastante el control del Parlamento a manos de la oposición.

Más allá de las promesas de «mano dura» contra la corrupción y la ineficiencia, para algunos incumplidas, la mayor factura para Maduro proviene de la crisis económica que mantiene semivacíos los estantes de supermercados y farmacias, y que castiga los bolsillos con la inflación más alta del mundo: 180,9% en 2015.

Confeso cristiano y guitarrista en su adolescencia de una banda de rock llamada «Enigma», Maduro está casado con Cilia Flores, exfiscal general, a quien llama «primera combatiente».
Su nacionalidad es puesta en duda por la oposición, que asegura que nació en Colombia, pero él lo niega.

Alto, de físico portentoso y poblado bigote negro, Maduro, padre de un hijo de una relación anterior a Flores, evoca en todos sus discursos a Chávez -a quien llama «comandante eterno», y se declara su «hijo y apóstol».

Maduro es «un revolucionario a carta cabal», dijo entonces Chávez, que le heredó además una Venezuela asediada por la inseguridad, que la convierte en uno de los países más violentos del mundo.

Formado en Cuba

«Es un buen político, pero no un estadista. Tiene un instinto aprendido del presidente Chávez, pero ha tenido dificultades para desarrollar su propio liderazgo», dijo Nicmer Evans, politólogo de línea chavista y crítico del actual gobierno.

Evans considera que Maduro «siempre fue bueno tutoriado por Chávez, eficiente como canciller, pero sin esta tutoría entró en un extravío».

Además, dentro del oficialismo «tiene muchos iguales que se creen superiores. La asimetría de su liderazgo con el de los otros que lo acompañan, que consideran que tenían más competencias para ser los elegidos, le genera dificultades», añade.

Nicolás Maduro, que también fue dirigente sindical del Metro de Caracas y recibió formación comunista en Cuba en los años ochenta, ha sido considerado del ala moderada del chavismo.

«Como buen sindicalista busca postergar para ganar tiempo, parece que gobernara negociando un contrato colectivo», opina Evans, quien también ve rasgos autoritarios en el gobernante en su empeño por mantenerse en el poder, sin «ganarse» a la gente.

Antes de ser canciller había sido presidente de la Asamblea Nacional (2005-2006), aunque su actividad parlamentaria arrancó como diputado en 1999, elegido por un movimiento que fundó Chávez.

Sus destinos se habían cruzado anteriormente en el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200), también fundado por Chávez, y con el que el presidente lideró un fallido golpe de Estado en 1992 contra el entonces jefe de Estado, Carlos Andrés Pérez.

Maduro enfrenta una dura oposición que le prodiga toda suerte de insultos, matizados en una ocasión por el presidente del Parlamento, Henry Ramos Allup, citando a un autor francés.

«Quiero decir algo en beneficio del presidente, porque yo creo que es una buena persona: la verdad es que un rey que no es más que una buena persona, es en realidad un pobre rey», afirmó Ramos Allup.

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