El Vaticano rechazó enérgicamente el domingo la acusación de Turquía de que el papa Francisco mostró una mentalidad propia de las «Cruzadas» por haber reconocido el genocidio de los armenios en la época otomana, e insistió que la visita apostólica de tres días tuvo como objetivo la paz y la reconciliación.
Francisco puso fin a su viaje con llamados a estrechar vínculos con la Iglesia ortodoxa oriental armenia, una visita a la frontera cerrada con Turquía y una declaración conjunta sobre la difícil situación de los cristianos en el Medio Oriente. Sin embargo, lo que tuvo la mayor repercusión fue su insistencia desde el primer día de la gira, de que la masacre de 1,5 millones de armenios por parte de los turcos otomanos constituyó un «genocidio» planificado.
En una áspera respuesta el sábado por la noche, el viceprimer ministro Nurettin Canikli dijo que las declaraciones eran falsas, «sumamente desafortunadas» y con todas las características de la «mentalidad de las Cruzadas».
Turquía rechaza el término genocidio, sostiene que la cifra de muertos que citan los historiadores es exagerada y que hubo muertos en ambos bandos durante el derrumbe del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial. Cuando Francisco usó el término por primera vez el año pasado, Turquía retiró su embajador de la Santa Sede durante 10 meses y acusó al papa de difundir mentiras.
El vocero vaticano, reverendo Federico Lombardi, dijo que la Santa Sede no había recibido una queja formal de Ankara. En respuesta a las declaraciones de Canikli, dijo que nada en los textos o acciones del pontífice reflejaba una mentalidad o espíritu propio de las Cruzadas.
«Es un espíritu de diálogo, de construir la paz, de construir puentes y no muros», dijo Lombardi.
«El papa no está realizando Cruzadas», añadió. «No ha dicho palabra alguna contra el pueblo turco».
El domingo, Francisco se ocupó de asuntos religiosos al participar en una liturgia al aire libre en terrenos de la Catedral Apostólica Armenia en Etchmiadzin, la sede de la Iglesia ortodoxa oriental. Esta nación mediterránea fue la primera del mundo que adoptó el cristianismo como religión de estado, en 301.
En medio de cánticos, Francisco recorrió en procesión la pasarela central del complejo de Etchmiadzin junto con el patriarca, catolicós Karekin II, bajo un dosel bordado en oro y en medio de nubes de incienso. Durante el oficio de dos horas celebrado por Karekin, Francisco permaneció de pie a un costado del altar y en su saludo pidió mayor unidad entre las dos iglesias.
«Que un deseo ardiente de unidad surja en nuestros corazones, una unidad que no debe ser la sumisión de uno al otro ni la asimilación sino la aceptación de todos los dones que ha otorgado Dios a cada uno», dijo. «Prestemos atención a la joven generación, que busca un futuro libre de antiguas divisiones».
Luego se volvió hacia Karekin y dijo: «Bendíceme, bendíceme a mí y a la Iglesia católica y bendice este camino hacia la unidad plena».