Las colas por comida se intensificaron este viernes 24 de junio, día feriado, y ayer sábado 25.
Desde la noche del jueves, cantidades de personas se apostaron en diferentes supermercados de la ciudad con la esperanza de comprar algún producto regulado.
Los barquisimetanos abarrotaron establecimientos como Central Madeirense del Centro Comercial Las Trinitarias, Cecocesola del Este, Farmatodo de la avenida Libertador e Hipermercado Garzón, donde se apreció un tumulto de compradores, caos vehicular y confusión a lo largo de la jornada.
En el citado establecimiento estaban vendiendo una bolsa de comida en más de 6.000 bolívares contentiva de harina de maíz, arroz, mantequilla, azúcar, pasta, papel higiénico, pañales, entre otros rubros.
“Aquí se viola la Constitución parejo, porque las personas con discapacidad sufrimos mucho. No tenemos prioridad, nos exponen al sol y la lluvia, no nos dejan entrar, nos colean y maltratan”, expresó Jeferson Cuicas, quien estaba en una cola de varias personas en sillas de rueda.
El menosprecio se extiende a las damas embarazadas, adultos de la tercera edad y personas con algún tipo de enfermedad.
“Apenas han pasado cinco embarazadas; los guardias son personas que no tienen consideración con nadie”, expuso Alicia Guerra, quien tiene cinco meses de gestación.
El joven Moisés Prieto declaró que llegó a las 3:00 de la mañana a Garzón y a las 10:00 no había podido ingresar.
“Estoy esperando que los guardias retiren las cédulas. Los funcionarios y los empleados tienen un chanchullo muy grande porque permiten que sus amigos y familiares se coleen. A uno no le alcanza la plata para comprarle a los bachaqueros, ellos venden una harina en 2.000 y un arroz en 1.500”.
Otro señor que denunciaba las irregularidades de la cola destacó que el pueblo está de manos atadas con los bachaqueros porque decirles algo implica poner en peligro la vida.
“Nadie se va a meter con un bachaquero”.
Jesús Barrios agregó que en Central Madeirense también se benefician los amigos y familiares de los empleados.
“Pasan entre 300 y 400 personas diarias pero solo 100 son usuarios comunes, que no tienen amigos adentro. Este caos es en todas partes y nadie pone orden”.
En Cecocesola los compradores denunciaron la venta de números y puestos.
“Para qué hacer cola si adelante meten y meten gente que puede comprar los puestos por 500 y 1.000 bolívares. Al final terminas comprando una sola cosa”, lamentó una abuela.
Otro señor describió la crisis venezolana como caótico y apuntó que los Comités Locales de Abastecimiento y producción (Clap) no sirven para nada.
“Desde hace tres meses estamos esperando la bolsa de comida en el norte. Esos comités son pura mentira”.
Groseros
En Hipermercado Garzón la mayoría de los usuarios coincidió en el maltrato de los guardias nacionales.
“Fuera de esta m…” llegó una reservista a gritarles a las personas que se atrincheraban en la reja tratando de ingresar.
Abuelitos con las piernas hinchadas, otros con fracturas y diferentes dolencias denunciaron no poder entrar al mercado por el privilegio que otros sí tienen gracias a los “acuerdos” que hacen los guardias nacionales y empleados.
La gente reclamó que no encuentran cómo hacer para conseguir comida ya que deben sortear diversos obstáculos como los bachaqueros, los funcionarios, los empleados, quienes son los primeros que pueden comprar cuando llega comida a algún establecimiento.
Personas de la tercera edad y especiales son afectadas
Usuarios que pernoctan en las colas los fines de semana para poder adquirir sus productos regulados se encuentran con un escenario de irregularidades que les complican su cometido.
Miranda Rodríguez indicó que se dirigió desde las cuatro de la mañana a hacer la cola con su esposo en Farmatodo, por ser el único día en que ambos coinciden por su terminal en el número de cédula. Se encontraban vendiendo dos paquetes de pañales, fórmula, crema dental y jabón en polvo. La razón principal por la cual se dirigieron fue por los pañales para su bebé.
Rodríguez informó que ya los “bachaqueros” no venden su cupo en bolívares, ahora el nuevo modus operandi es cambiar el cupo por la mitad de los productos regulados que va a comprar la persona. “No los imponen, uno ni decide con que se va a quedar, y los que necesitamos los productos no quedamos sin ellos. Acá estoy porque se me están acabando los pañales ¿Dónde más los voy a conseguir?”.
Objetó que proceden a vender los productos regulados fuera de la cola, “sin esconderse o sin ningún tipo de vergüenza”. Cruz Perdomo añadió que muchas veces lo militares ven “como los bachaqueros hacen sus trampas” y ni ellos intervienen porque también se aprovechan “ y meten personas”.
Personas especiales aún no cuentan con prioridad en las colas. Jorge López está recién operado de la rodilla y tiene problemas visuales, ayer se encontraba en una cola desde las cinco de la mañana para adquirir sus productos regulados.
En la fila manifestó su indignación ante los guardias nacionales que vigilan las colas y los trabajadores, por su maltrato y desatención a las personas especiales y con discapacidades, físicas, motoras y visuales. “Yo tengo en mis manos mi carné de discapacidad, se los muestro y la respuesta que recibo es que tengo que hacer la larga cola de tercera edad y que no tengo prioridad ante ellos, no es justo el trato que estamos recibiendo”.
Otro caso similar se presentó con Carolina Pereira, quien al no tener con quien dejar sus hijos se los tiene que llevar para las colas.
“Tengo una hija con leucemia, una persona en esa condición no puede estar haciendo colas en la calle, llevando lluvia o quemándose con el sol. Pero la única manera de comprar comida es trayéndolas y nadie le importa nuestra situación, nos obligan a hacer la cola completa”.