En un partido accidentado, emocionante en la primera mitad, aguado en la segunda, el campeón vigente Chile derrotó a Colombia por 2-0, y disputará contra Argentina la final de la Copa América Centenario.
Los goles de Chile fueron anotados por Charles Aránguiz (6) y José Fuenzalida (10).
De esta forma se repetirá la final de la Copa América 2015 en Chile, ganada por La Roja a Argentina en tanda de penales.
La selección albiceleste se clasificó a la final del domingo en Nueva York tras golear 4-0 a Estados Unidos.
Una tormenta de fuertes lluvias, acompañada de relámpagos y truenos, irrumpió al terminar la primera mitad del partido que se jugaba en el estadio Soldier Field de Chicago.
El técnico de Chile, Juan Antonio Pizzi, impuso un esquema 4-3-3, en ausencia de sus mediocampistas titulares Marcelo Díaz y Arturo Vidal. El primero lesionado, el segundo sancionado por acumulación de tarjetas amarillas.
José Pekerman optó por plantar a Colombia con un 4-3-2-1, al no contar con los también lastimados Farid Diaz y Carlos Bacca. Apenas los equipos se asentaban en la cancha, cuando Chile soltó uno de sus ataques por las bandas para anotar el primer gol en el minuto 6, firmado por Charles Aránguiz.
José Pedro Fuenzalida se coló por el carril izquierdo y metió un centro que el defensor colombiano Juan Cuadrado despejó mal de cabeza, poniendo la pelota en las piernas de Aránguiz, quien definió de pierna derecha su primer gol en el torneo.
Sólo pasaron otros cuatro minutos para que Chile volviera a marcar, dibujando en el horizonte la amenaza de otra goleada parecida al 7-0 que le dio a México en cuartos de final.
Pelotazo a Alexis Sánchez, que burló a Arturo Arias, chutó al palo y el rechace lo remató Fuenzalida: así se dibujó el segundo gol chileno. Para Alexis, éste fue su partido número 100 con la camiseta de Chile. El récord lo tiene el actual arquero Claudio Bravo, con 105 convocatorias.
La segunda mitad se jugó luego de una pausa de dos horas y 30 minutos, en un terreno anegado, pero ello no restó velocidad a los dos equipos.
En inferioridad numérica, terreno mojado que le restaba velocidad, y el marcador pesando más que un saco de esponjas empapadas, Colombia tenía por delante un imposible. Empero, los pupilos de Pekerman no se arrugaron y siguieron dando batalla.