No podía creer lo que estaba leyendo. Pensé que era una broma, pero no, es verdad. El señor Diosdado Cabello, sin ningún rubor, con su caradurismo característico, declaró y sentenció que a quienes firmaron solicitando el referendo revocatorio contra Maduro no se les dé “ni agua”, fascismo puro entonces.
Ahora crearon esos engendros que llaman CLAP(Comités Locales de Abastecimiento y Producción), que no producen nada, sólo compran a los supermercadoscon la finalidad de repartir la comida a la población que se organiza alrededor de esos mentados CLAP y del partido oficialista PSUV. Ya antes le había oído decir a aquel señor Rodríguez Chacín, que esos CLAP sólo pueden funcionar dirigidos por personas afectas al oficialismo, nunca con venezolanos opositores al régimen.
Pero Cabello llega más allá y en un alarde de maldad extrema, señala que ni agua se le proporcione a los opositores. Que se mueran pues, no le importa para nada al régimen el destino de millones de venezolanos que se oponen a él y que por culpa de él, precisamente, están pasando hambre, sed, enfermedades, inseguridad y la falta de lo más esencial para la vida como es el agua.Tan no les importa el destino de millones de venezolanos, que uno de los representantes más emblemáticos del régimen, ordena, cual soldado nazi, no proveer no ya comida, sino del líquido vital a quien sea opositor. No recuerdo que en Venezuela le negáramos un vaso de agua a nadie. Hoy sí, Cabello ha dado esa orden y lo hace como con orgullo, soberbia, destilando odio y maldad, satisfecho de atemorizar. Le espera mucho castigo terrenal y celestial al señor Cabello. Tendrá conciencia de lo que ha dicho? Qué será peor, su inconciencia o su ignorancia?
Pero el asunto no termina ahí. Qué pavor les causa el revocatorio. El gobernador de Aragua, Tareck El Aissami, le envía a la Dra. Elder Solangel Pabón, médico pediatra del hospital público Los Samanes de Maracay, la orden de retirar su firma de la lista de quienes solicitaron el referendo revocatorio contra Maduro. La doctora Pabón, con gran valentía y coraje, le responde que no retirará la firma, “no voy a permitirles que pasen por encima de mi deseo de libertad, veré qué hago, me pondré a limpiar casas, venderé empanadas, lo que sea para mantener mi casa, mis hijos, mi mamá…”
La decisión, la determinación del venezolano de hoy es muy firme. Qué más podemos perder cuando ya lo hemos perdido todo. Lo más sagrado es ese santuario personal constituido por nuestra libertad y nuestro derecho a pensar de acuerdo a lo que nos dicte nuestra conciencia. Ya nadie le teme a Maduro, a Cabello, a El Aissami, a Ortega Díaz, a Padrino López, al TSJ, a la GNB, etc. Se le teme más a los reproches de la conciencia de cada quien si no resguardamos la integridad moral e histórica de nuestra patria, herida por unos asaltantes desvergonzados.
