El pueblo venezolano ha retomado el aliento y la determinación para que el cuadro dantesco de crisis que en todos los órdenes (económico, político, social y moral) padececomo resultado de la imposición de un “modelo” de sociedad desechado por la historia, tenga una salida institucional.
Esta afirmación se constata a través de las constantes manifestaciones de protestas a lo largo y ancho de nuestro territorio por las precarias condiciones de vida, al igual que por las inmensas concentraciones de ciudadanos observadas en los puntos establecidos para activar mediante sus firmas el mecanismo consagrado en nuestra Constitución, para que el soberano haga gala de su voluntad para el cambio político: el referendo revocatorio.
Hoy aquilatamos en su máxima intensidad el arrojo de nuestros habitantes por reencausar nuestro destino colectivo y reconquistar el sentido nacional que nos debe abrazar a todos para sobreponernos y superar esta etapa aciaga y oscura de nuestra historia en la cual esta horda gubernamental con mentalidad de lumpen nos ha sumergido como nación, a sabiendas del terrible daño que le ocasiona a nuestro tejido social, a nuestras instituciones y al desenvolvimiento de la república en sus diferentes ámbitos de actuación, afectación que observamos a través del detrimento en nuestra actividad productiva, en los altísimos niveles de escasez y de desabastecimiento de bienes esenciales, en la pérdida de puestos de trabajo dignos, en el incremento exponencial de la inflación, en el cada vez mayor nivel de pobreza, en la crispación de nuestra población por la inseguridad y por el despelote institucional. En líneas generales, en la drástica caída de la calidad de vida de todos los que habitamos esta tierra que otrora fuera referencia para otras latitudes en materia de organización política y de arquitectura y convivencia social.
Se estima que en materia societal hemos retrocedido por lo menos 34 años en comparación con el resto del mundo si se contabiliza que en estos últimos 17 años la actuación nefasta del actual régimen nos ha retrotraído a una situación de penuria, calamidad y limitaciones nunca antes padecido por nuestro país, en contraste con los avances y las conquistas que en materia de justicia social, equidad, libertad, progreso y en estándar de vida han alcanzado en ese mismo lapso la gran mayoría de las naciones que integranla gran aldea, las cuales han venido adecuándose permanentemente a las exigencias competitivas de la presente sociedad global.
Ese espíritu que impregnó la lucha libertaria de hombres y mujeres a partir del 19 de Abril de 1810, fecha genésica y simbólica para el nacimiento de nuestra patria, nuevamente se manifiesta. Y debe de ser así, puesto que los pueblos grandes se crecen en medio de las adversidades. Seguramente, en su intención de animar y de investir de vehemencia a sus bienaventurados hijos venezolanos, desde el empíreo, el más alto de los cielos, y tal como lo recoge una de las estrofas de nuestro glorioso himno nacional Gloria al Bravo Pueblo, nuevamente el Supremo Autor infunde un sublime aliento al valeroso pueblode Bolívar.
De esta manera,se pudiera decir que en nuestra población se manifiesta una mixtura entre lo terrenal y lo divino, dicho en términos más claros y sencillos, una simbiosis entre laluchacolectiva por el derecho a la vida y lo espiritual que impone sus potencias y fortifica los ímpetus para que ese emprendimientopermita a nuestra naciónlevantarse de entre los escombrosa la que la tiene reducida esta mal llamada “revolución”.
A través delarrojo de todos y conla luz, el amparo y el aliento de nuestro Creador, vamos a dejar definitivamente atrás esta pesada penumbra que nos rodea y que obnubila el alma de nuestra amada Venezuela.
