En repaso a la actuación vinotinto en la Copa América Centenario solo queda el recomponerse después de la derrota frente a Argentina para intentar labrar, con trazo definitivo, un andamiaje que pueda evitar los despistes –especialmente los defensivos- que por momentos desaparecen y quizá, en recuerdo vil de lo que ha sido la trayectoria criolla en citas internacionales, como fantasmas reaparecen y dan al traste con las ambiciones de los protagonistas y las ilusiones de sus seguidores, que ahora, a diferencia de otros tiempos se cuentan por miles.
Hay varios aspectos rescatables, sí. Por ejemplo, la vieja e histórica deuda de la tenencia de la esférica, vital para defenderse así como para intentar cualquier asonada o rebelión ofensiva. Quizá sea la principal virtud, reconocida por los protagonistas.
Tomás Rincón, fiero y batallador en el medio campo, tenaz labor reconocida por su condición de capitán, curtido en batallas de clubes y seleccionados nacionales lo dejó traslucir en sus declaraciones. Para la muestra un botón ante la misma Argentina, cuando Venezuela, en reacción al par de goles que había encajado en los diez minutos finales de la primera parte tuvo la pelota, creó peligro y no tímido, sino punzante y casi hiriente, salvo que Luis Manuel Seijas, en lo que pudo haber sido un excelente remate a esos diez minutos gloriosos, quiso ser mordaz en el cobro y desde el banco gaucho se le adelantaron a sus pretensiones y como se mienta en el argot beisbolero, le tomaron la seña.
Pero la virtud grande es que en forma redonda, en ese momento Venezuela lució bien plantada en la cancha, con perfil de equipo grande. Acosó al enemigo, al que, pese a las figuras espesas como Messi, encerró en su cueva hasta hacerlo vulnerable.
Línea por línea, la Vinotinto, a escasos un par de meses de andar por la cornisa, sin rumbo definido, ahora da pasos firmes con un mayor volumen de fútbol salido de cada una de sus líneas, cuya conformación corresponden a Rafael Dudamel.
Mejora cada línea
Confió el seleccionador nacional la meta a Dani Hernández y éste fue solvente en todo momento. Salidas seguras para cortar muchas veces con acierto el ataque rival y atajadas en la línea como corresponden a un escogido de su talla.
Más adelante, la zaga, dolor de cabeza de otras épocas, fue casi invulnerable en las primeras confrontaciones al permitir apenas un gol. Ante Argentina mostró falencias y las pagó caras, en lo que debe ser lección aprendida.
Queda entender que el trabajo puede llevar a la perfectibilidad con nombres casi plantados, porque a la ausencia obligada por lesión de Roberto Rosales, apareció con mucha solvencia Alexander González y en la dupla central, generalmente conformada en los tiempos nuevos por Wilker Ángel y Oswaldo Vizcarrondo, hay otra alternativa, José Manuel Velásquez, mientras que el otro sector, el de la izquierda, providencialmente protegido por Rolf Feltscher, éste tiene a su espalda a Mikel Villenueva, quien también a gritos espacios y minutos.
Al dar un paso más, aparece el sector medular, consolidado con una pareja de extraordinaria contención del enemigo. Tomás Rincón, virtudes destacadas en líneas anteriores y Arquímedes Figuera, que, apartado de lo sucedido ante Argentina es voraz en la marca y goloso en el ataque. Para darle redondez a una zona vital en la conformación de esquemas, otras piezas como Alejandro Guerra, Luis Manuel Seijas, quienes aportan fútbol y veteranía, más las figuras emergentes como la del irreverente Adalberto Peñaranda, quien pasa a ser figura casi indispensable al momento de conformar las alienaciones futuras.
Hay otras alternativas, piezas para mover el ajedrez, como el caso de Rómulo Otero, un recambio importante en cualquier momento, al igual que Juan Pablo Añor, poseedor de un fútbol netamente vertical, mientras que otros llamados, Yangel Herrera y Carlos Suárez quedaron a la espera de oportunidades.
En la última franja, un general casi obligado en cualquier menú u oferta futbolera, Salomón Rondón, quien, en plus, aportó mucho en marca y a la hora de arrastrar enemigos hacia los costados para que Yosef Martínez y Yonathan del Valle pudieran encontrar pasillos para sus travesuras.
Dudamel satisfecho
A diferencias de otros tiempos, pese al resultado adverso, Rafael Dudamel, cuidadoso al extremo en sus declaraciones y en la admisión de las fallas, de vuelta a casa, dice estar satisfecho y lo hace con la certeza que puede haber mejoras en el seleccionado nacional. El paso dado ha sido grande, positivo, pero se repite, perfectible en el tiempo.
