Lo coyuntural aprieta, lo estructural espera

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En la Venezuela de hoy está claro que las condiciones socioeconómicas de la población se han venido deteriorando progresivamente a un ritmo vertiginoso, muy especialmente durante los últimos 14 meses.

Este fenómeno ha tenido su impacto hacia dos vertientes. Por un lado, hacia la cotidianidad de la gente que ha visto mermada considerablemente su capacidad adquisitiva por el sostenido crecimiento de la inflación, amén de sufrir cada vez más dificultades para acceder a los alimentos básicos. Por el otro lado, ha venido trastocando el panorama político venezolano en general, que se mantuvo relativamente similar durante la última década, con dos polos políticos con apoyos cercanos o ligeramente superiores al 50% de la población.

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Hoy en día eso ha cambiado significativamente y en forma abrupta. De tener hace un par de años apenas, a un PSUV con una base partidaria y simpatizante alrededor del 40% de la población distribuida homogéneamente por todo el país, hoy se manifiesta alrededor del 20% y con tendencia a deteriorarse aún más.

El presidente Maduro y el gobierno en general no han escapado a este proceso de deslizamiento electoral, que se expresa contundentemente con un nivel de aprobación de la propuesta de referendo revocatorio que ronda el 70% y con una intención de votarlo afirmativamente superior con creces al 60%.

Como vemos, lo coyuntural en el país está apretando e impactando no solo las condiciones generales de la población, sino la forma de pensar y de organizarse políticamente. Mientras tanto, lo estructural espera. Por una parte, las decisiones de carácter socioeconómico necesarias para equilibrar las cuentas nacionales no terminan de salir en el marco de las políticas públicas.

Tanto la coyuntura política como el signo ideológico de los responsables de la conducción del país, no han permitido un abordaje integral y profundo de las causas fundamentales de la crisis. Solo se han podido aplicar ajustes de precios rezagados por motivos inflacionarios y algunas medidas tímidas , cuyo impacto económico sobre la inflación y el desabastecimiento ha sido casi nulo.

Por otra parte, el tejido social venezolano se desconfiguró peligrosamente durante la última década en favor de promover una mayor base partidaria y leal políticamente hablando al gobierno nacional. Aquí radica el principal peligro de las desviaciones estructurales que padecemos. Sin un tejido social sólido, articulado y con un horizonte común es difícil configurar el concepto de “sociedad política” tan necesario para no dejar los asuntos públicos exclusivamente en manos del liderazgo institucional, sino con una sociedad activada como contrapeso contralor de los poderes públicos.

La Venezuela de junio del 2016 está atrapada dramáticamente por aspectos coyunturales que han modificado la vida de las personas en 180 grados. Pero en lo estructural haría falta justamente ese giro para poder impactar en el corto, mediano y largo plazos el deterioro profundo de la cotidianidad.

El tema es que para impactar en lo estructural hace falta que profundicemos la organización de la sociedad política para cambiar integralmente las bases del Estado y su relación con la sociedad. Y esto se puede lograr con un impulso contundente desde las organizaciones gremiales, comunitarias, políticas, sociales, económicas y culturales, desde la articulación de un horizonte común.

Como vemos, no es nada fácil la tarea. El referendo revocatorio es tan solo uno de los elementos en el engranaje que debe activarse con firmeza y direccionalidad estratégica para alcanzar los fines inherentes al interés de la voluntad general. Pero una vez más, los venezolanos no nos podemos dejar atrapar por lo coyuntural, dejando de lado lo estructural, porque a la vuelta de algunos años y en medio de una nueva bonanza petrolera, inmediatamente, podemos volver a “tropezar con la misma piedra”, ya en una tercera ocasión, y eso sería criminal para un país devastado.

Por tanto, como decía el famoso sociólogo del positivismo, Augusto Comte: “Sólo los buenos sentimientos pueden unirnos, el interés jamás ha forjado uniones duraderas”, sobre la base del amor al país y a los asuntos públicos que nos conciernen a todos, es que podemos establecer parámetros estructurales claros para garantizar sustentabilidad y calidad de vida.

La coyuntura puede servirnos de lección para no repetir los mismos errores, pero la estructura no puede seguir esperando. No más…

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