Los municipios Jiménez, Morán y Andrés Eloy Blanco se habían caracterizado por la seguridad de sus habitantes, pero a raíz del deslave de Vargas, cuando comenzaron a ser evacuadas familias y trasladadas a esta región del estado Lara, comenzó la intranquilidad, ya que la delincuencia ha venido tomando cada vez mayor espacio.
Al hacer una síntesis de esa situación, Isidro Piña, quien hasta hace unos días estuvo al frente de la prefectura de Andrés Eloy Blanco y renunció voluntariamente, manifestó que a pesar del esfuerzo que se ha venido haciendo, se requiere no sólo de profesionalismo, sino de recursos para el patrullaje.
Porque ya comienzan a formarse megabandas que buscan controlar la zona, tal como ha venido ocurriendo en las grandes ciudades, donde se fusionan las bandas delictivas para operar con mayor violencia, más individuos y por supuesto con vehículos y armas largas.
Si en el medio urbano se han fortalecido las organizaciones delictivas por la creación errónea de las llamadas “zonas de paz”, que son refugios autorizados por el Gobierno para los delincuentes; en el medio rural, el dominio se debe a la falta de vigilancia oportuna, al bajo número de funcionarios policiales y la carencia de vehículos automotores que permitan darles alcance cuando emprenden las fugas tras ser ubicados mediante labores de inteligencia policial.
Este es un problema muy grave que se está presentando a diario, porque ahora la delincuencia no solamente opera en las ciudades, sino que se refugia en el campo.
Además, están asaltando a los productores, sometiéndolos a la extorsión y robando los camiones que transportan los productos cosechados en los tres municipios,
Lo más preocupante es que utilizan fusiles y ametralladoras, armas muy potentes en comparación con las que tienen los funcionarios policiales. Es por ello que se requieren de recursos adecuados para combatirlos ahora, recomendó el exfuncionario larense.
