Nadie se hubiese imaginado en los setenta, cuando oíamos cantar a Soledad Bravo en el programa de Sofía Imber –mucho antes de que ésta entrara en la fase de la dormidera televisiva-, cantando algunas de las canciones emblemáticas de Violeta Parra, como “Me gustan los estudiantes” y “Volver a los 17”, representativas de la capacidad de soñar tanto en el ámbito de una sociedad más justa o en el exclusivo territorio vital, desde la fuerza y entrega juvenil. Los “momios” serían por mucho tiempo, algo muy lejano, propio de las clases sociales chilenas acartonadas, reflejadas en la literatura por Jorge Edwards y Antonio Skármeta. Y los gorilas militares, también.
Venezuela estaba al norte del Sur , muy lejos de toda su tragedia económica, política y social. El exilio era un rostro sureño, un acento distinto y una mirada de tristeza profunda, siempre extranjera. En Sabana Grande, las mesas de los cafés reunían oídos y rostros asombrados, que oían la historia de un horror generado por la derecha sureña,que no sólo arrancaba uñas y vida, sino la esperanza de su gente. El cóndor era una palabra que no aludía a un ave sino a una tenaza represiva militar que incluía Chile, Uruguay, Argentina, Paraguay y Bolivia. Nombraba la muerte de la libertad de pensar, opinar y actuar. Y como siempre se impone la vida, las dictaduras cayeron y los sueños retoñaron.
La revista “Nueva Sociedad”, parangón del pensamiento progresista y desarrollo de la democracia, editada en Costa Rica con la colaboración de la social democracia alemana, dedicaba sus números a análisis exhaustivos de los modelos económicos apoyados por el capitalismo salvaje, propiciando ideas de una izquierda alejada de los modelos totalitarios europeos. Hoy refleja las inquietudes de quienes no creen en las bondades del capitalismo per se y analiza sus diversas formas de expresión económica y funcionamiento, ni creen en la buena voluntad de las multinacionales y adversan la industria armamentista. Desde un buen tiempo para acá, analiza desde variadas ópticas, el fenómeno de una izquierda latinoamericana transformada en un pragmatismo atroz que justifica todo lo que antes impugnaba, si se hace en nombre del socialismo y del pueblo. Justificación que incluye la corrupción y el saqueo de los bienes nacionales.
“Al que no sea rojo, rojito… lo saco de PDV… a c…”, palabras más, palabras menos, lo dijo públicamente, Rafael Ramírez, quien fuera el Presidente de nuestra mayor empresa estatal, corresponsable de su quiebra. Flotaven llamaban en Pdvsa al limbo donde eran enviados los empleados de cualquier jerarquía no afectos al régimen que no aceptaban renunciar. Formas del acoso prepotente de los triunfadores, que llegaron por la vía de las elecciones al poder, dueños de las etiquetas para calificar a quien se opusiera a formas y métodos y planes de patria, hoy, acosadores acorralados.
Utilizan los grupos civiles armados al margen de la ley para amedrentar y acosar a la AN, y a los militares, para agredir en nombre de la ley cualquier tipo de protesta, especialmente las generadas por el desabastecimiento y el hambre. Hablamos del pueblo-pueblo, del que una vez fuera y del segmento que hoy sigue siendo, rojito…El acoso del Estado consiste en acusar al detenido político de atentar contra la democracia y permitir la agresión cotidiana en calles. El acoso es en este caso, una reacción defensiva e inconstitucional, extensión de lo practicado en la AN anterior, como quitar el volumen a la intervención del diputado que pensaba lo contrario.
Las universidades fueron acosadas institucionalmente, al restringir su presupuesto al mínimo y el reactivamente, al perseguir estudiantes y docentes, generando dentro de sus claustros, las tempranas polarizaciones y ataques violentos entre unos y otros. Y al hablar de ataques, no puedo menos que pensar con horror en los linchamientos cada vez más frecuentes. De ese fenómeno que aparece cuando las sociedades ya no tienen fe en la justicia, propiciados porlainseguridad, cuando ésta llega a extremos. No tenemos tradición de linchamientos afortunadamente, perosabido es que se requiere de unenorme malestar y violencia reprimida en la sociedad, que estalla ante situaciones que la evidenciany se vehiculiza en un individuo concreto que en el momento es imagen y semejanza de todo lo que genera la rabia y el miedo colectiva. Este “bulevar de los sueños rotos” no es mío sino de muchos.