“Tenemos que seguir haciendo cola, aunque no nos toque el día, a ver si conseguimos algo, porque tenemos hambre, y esa gente de los llamados CLAP solamente le venden a los enchufados de ellos, los chavistas, y nosotros que nos moramos de hambre, como si no tuviéramos los mismos derechos”.
De esa forma, tajante, desafiante, se expresó una ama de casa mientras hacía cola en las cercanías de un abasto al norte de la ciudad, esperando conseguir algo para preparar el almuerzo.
“Esta es nuestra vida ahora, cola y más cola porque tenemos que darle de comer a los hijos, y para nosotros”, agregó.
Tibisay Mendoza también esperaba tener suerte este miércoles, aunque estaba preocupada porque se le acabó el gas y a las diez de la mañana no había llegado el camión a su sector.
“Uno no encuentra que hacer porque se necesitan, por lo menos, diez mil bolívares diarios para la comida y para los pobres es difícil”, agregó.
“En mi casa hoy nos desayunamos con mangos porque no hay otra cosa, y a veces algunas personas se comen hasta las semillas, asadas, porque hoy día no se puede perder nada”, dijo Érika Herrera, otra ama de casa.
Agregó que algunos días deben hacer todo un peregrinaje por las bodegas del barrio La Pastora en busca de harina para las arepas, arroz, aceite, azúcar, café y pare de contar, porque las tan cacareadas bolsas de los CLAP no les llegan.
Mariela Bastidas tiene una peluquería familiar con la que genera algunos recursos, pero los de la UBCH la tienen como rica y no apta para recibir las bolsas con comida de los CLAP.
Por eso dice que se ve obligada a caer en las garras de los bachaqueros que venden todo más caro, como el arroz, en 1.300 bolívares, la pasta en 1.700, el aceite hasta en 2.500 y la harina precocida en 1.800.
“Para comprar a esos precios necesita uno ser millonario porque con lo que uno gana no alcanza”, manifestó.
En general, la mayoría de las amas de casa se han convertido en expertas en colas, para las que deben madrugar, a veces con hijospequeños a quienes no tienen con quien dejar, para conseguir algunos de los productos que forman parte de la ya larga lista de escasos o desaparecidos.