Los policías migran a otros empleos en busca de mejorar sus ingresos

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La falta de reivindicaciones laborales obliga a los funcionarios encargados de la seguridad, a escudriñar en otras actividades para ganarse la vida.

No todas estas tareas están salpicadas por la deshonra como suele generalizarse. Manejar un taxi y reparar vehículos son dos de las ocupaciones más frecuentes a las que se dedican los policías cuando cuelgan su uniforme.

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En la Policía Municipal de Iribarren (PMI) actualmente hay 294 funcionarios, el de menor rango tiene estudios de técnico superior universitario, otro buen porcentaje tiene un grado académico de maestría, la diferencia en la remuneración de ambos es muy poca y todos tienen bajos beneficios sociales.

La mayoría de los tabuladores están ubicados en sueldo mínimo y el bono de alimentación no alcanza los 7 mil bolívares. Y aunque el policía solo puede ser policía, a los jefes no les queda otra opción que “taparse los ojos” y ser flexibles.

-Yo no puedo decirle a un funcionario que no trabaje de taxista en su tiempo libre porque yo sé que tiene que llevar comida para su casa, asegura el supervisor jefe Robert Montes de Oca, director de Operaciones de la PMI.

-Los policías no escapamos de la realidad económica del país, lo que no está permitido es que cumpliendo funciones policiales o valiéndose del uniforme, se dediquen a otras actividades, opina Héctor Medina, director de la institución.

Al culminar su turno, un grupo de funcionarios va por su carro y se pasea por la ciudad en busca de algún cliente. En una jornada de medio día como taxista pueden ganar entre 7 y 10 mil bolívares, lo que equivale a quince días de trabajo o más en su trabajo formal.

Uno de los efectivos que conforma las filas de la PMI prepara tortas, otro vende chucherías y uno más se llena las manos de grasa reparando carros.

-Prefiero saber que están rebuscándose y ganándose la vida honradamente que haciéndose aliados de la corrupción. No podemos escapar de algunas realidades, ha habido funcionarios cometiendo algunos ilícitos, y lo común es que una manzana podrida dañe el saco, pero no es así, no todos podemos ser incluidos en el mismo paquete. En la Policía Municipal de Iribarren, te puedo dar fe, que tenemos muy bajo índice delincuencial dentro de la organización, manifiesta Montes de Oca.

Pero además les envía un mensaje a sus uniformados: tenemos enemigos en la calle, cuídense.

El riesgo cuesta un combo de comida china

El riesgo que implica el oficio de policía tiene un valor mensual de 2 mil bolívares, lo que equivale a un combo de comida china.

“Mi vida vale la pistola”, asegura un alto funcionario de esta institución. “No puedo ir a una panadería, un restaurante, porque es un peligro, el riesgo es muy alto… Los sábados y domingos, las guardias, cuando todos descansan, nosotros estamos en la calle, entonces es muy triste saber que todo ese sacrificio es por un sueldo mínimo”.

El seguro de Hospitalización, Cirugía y Maternidad (HCM), está ausente, según un funcionario que pidió no revelar su identidad. La respuesta es la misma para todo: nos dejaron esto un desastre y sin presupuesto. “Esa frase debería estar patentada”, dice riéndose, pero con indignación.

Morir por una pistola

Rafael Enrique Vargas Figueroa (25) fue el primer policía municipal asesinado en 2016. El 3 de febrero estaba en la casa de su suegra en la carrera 3 con calle 5 de Andrés Eloy Blanco, abrió el portón de la vivienda para sacar el carro y tres hombres lo abordaron, le pidieron el carro pero cuando se percataron que estaba armado, eligieron matarlo y robarse la pistola.

David Martínez Santos (37) fue atacado el 31 de enero de 2016, cuando en horas de la noche se desplazaba en su moto por la avenida Ribereña, a la altura de la calle 37, y fue interceptado por antisociales que le dispararon y le robaron el arma de reglamento. El oficial jefe estuvo convaleciente hasta el 13 de febrero, cuando murió.

Colgaron la toalla

Según información aportada por Héctor Medina, director de la PMI, desde noviembre de 2015 a junio 2016, 60 uniformados pidieron la baja. Nada más en los últimos días de mayo, cuatro policías decidieron irse en busca de mejoras económicas, unos tantos deslumbrados por los beneficios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB).

-Todo depende de las prioridades de cada funcionario. Uno de los grandes beneficios de la municipal es que nuestro servicio más lejano es Mercabar, alguna vez vamos a Río Claro o Bobare, pero nuestro sitio es Barquisimeto, aquí con nuestra familia y nuestra casa. De nada serviría que me ofrezcan 20 mil bolívares más en la nacional (PNB) y que me manden para Caracas, expresa Robert Montes de Oca.

El prestigio del uniforme

Pese al riesgo que implica la profesión, hay quienes no abandonan más que por apego, porque el uniforme todavía ofrece ciertos beneficios. No es secreto que el policía, por labores propias, tiene más contactos y se le facilita hacer las compras de los productos que escasean en el mercado.

Al consultarles a algunos funcionarios por qué siguen en la Policía Municipal, todos coinciden en asegurar que los ayuda en muchos aspectos, especialmente en “las relaciones públicas”.

Además, hay un importante grado de familiaridad entre quienes la conforman, el que tiene menos tiempo ya suma seis años en la institución, al ser tan pocos, todos se conocen y se estiman, “pueden presentarse muchos momentos difíciles, tenemos muchas diferencias pero es nuestra segunda familia y la familia se quiere y se respeta”.

 

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