Cuando el mayor de los tres hijos de Carmen Alicia Álvarez le manifestó que estudiaría para ser policía, ella se negó, no quería que su hijo eligiera una profesión en la que arriesgara su vida, pero nadie pudo contra la vocación de José Francisco Álvarez, quien se graduó en el Curso 28 de la Policía de Lara, hace siete años.
El riesgo estuvo latente desde entonces. Un día, cuando estaban en la playa, el oficial se encontró de frente con un delincuente que tiempo atrás había detenido, “mi hijo se sorprendió porque juraba que estaba en la cárcel, pero no, ese hombre lo llamó por su nombre y quiso buscarle pelea, desde entonces le pedí a Dios que fuera el chaleco antibalas de mi hijo”.
A Carmen le daba rabia y dolor cada vez que escuchaba un comentario negativo acerca de un uniformado. “Nadie sabe que debajo de ese uniforme hay un ser humano que tiene mamá y le duele, pero eso sólo lo puede saber el que tiene un hijo policía”, no paraba de llorar mientras esperaba que le entregaran el cadáver de su hijo, su mayor miedo se convirtió en una realidad: la madrugada del sábado la llamaron para decirle que a José Francisco lo asesinaron.
Unos antisociales le dispararon cuando estaba en el Complejo Ferial Bicentenario, nadie sabe con quién andaba ni por qué lo mataron, todo indica que iban por su arma personal, que nunca olvidaba en casa.
“Mi hijo arriesgaba la vida por un sueldo mínimo pero nadie valora eso, todo el mundo critica, los tacha de matraqueros, los desprestigia y ese hombre que murió era un padre, un hijo, un amigo”.
Pese a que los hermanos y primos de José Francisco trabajan en una aseguradora familiar, él no quería dejar las labores de calle, lo que sí quería era continuar educándose en busca de superación.
El pasado martes 7 de junio, Álvarez defendió su tesis para graduarse en Universidad Nacional Experimental de Seguridad (UNES) como Técnico Superior Universitario (TSU) en Servicio Policial, era una meta a punto de cumplirse, el próximo paso sería incorporarse a las filas del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), así se lo había hecho saber a sus familiares.
Su madre recuerda que horas antes de que lo mataran lo vio muy feliz, llegó a la casa de su abuela, en San Benito, ella estaba de cumpleaños. Andaba con su esposa y sus dos hijos de 6 y 4 años de edad, comieron torta y rieron juntos hasta pasadas las 10:00 de la noche.
Nadie supo decir en qué momento se fue al Complejo Ferial en su Jeep Wagoneer marrón.
Según una familia que pide dinero y duerme en el estacionamiento del Complejo, andaba vestido de civil y estaba reunido con otras personas. El asesinato ocurrió a la 1:30 de la madrugada, fue un disparo en la región frontal del lado izquierdo, el policía perdió el ojo al instante, pero quedó con vida, según cuentan, suplicaba que lo ayudaran pero “todo el mundo se fue y lo dejaron morir solo”.
El Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc) llegó al lugar a las 4:00 de la madrugada para levantar el cadáver. Ahora están en la fase de investigación, se rumora que los antisociales que robaron y dispararon al oficial José Francisco, andaban en un Maverick verde con el techo negro.
Los familiares exigen justicia, ayer debatían en dónde realizarían el velorio de los restos de José Francisco. No querían llevarlo al El Jebe, donde residía, porque “a él le gustaba mucho el reggaetón y seguramente allá van a querer ponerle esa música, pero ya no sirve de nada porque él no la va a escuchar” manifestó la mamá.
Mientras la familia tomaba la decisión, un grupo de compañeros de la Unidad Motorizada en donde estaba destacado, los acompañaba en la morgue del Hospital Central.
Entre ellos, el comisionado Ikay Ledezma, jefe de Álvarez, quien tenía los ojos llorosos, y aseguró que su uniformado era de conducta intachable, su historial de faltas está limpio. Comentó que ya fue desplegado un operativo para dar con el paradero de los criminales.
