En esta hora de angustia y desasosiego que vivimos los venezolanos, el papel de la Unidad, única alternativa nacional para un cambio político, debe estar guiado por dos líneas maestras. Una es la solidaridad. Solidaridad con el pueblo que sufre las penalidades que las políticas del gobierno le han ocasionado, y solidaridad entre nosotros. Partidos, líderes, dirigentes, voceros, subordinando opiniones e intereses personales o parciales al compromiso común que es de una magnitud creciente, deben mostrar constantemente el respeto que se tienen, la valoración que hacen del aporte de cada uno y la conciencia de la fuerza y la credibilidad que les da estar unidos.
La otra línea maestra es la serenidad. Serenidad para analizar la realidad que es y para actuar en ella. Serenidad cuando abundan las provocaciones para que la perdamos, las incitaciones a la precipitación que tan fácilmente conduce al resbalón y el tropiezo. Entramos en una fase crítica, decisiva. Los aciertos rinden más y los errores son más costosos.
La Unidad es, tengámoslo siempre presente, la base de la esperanza venezolana. Es, nunca está de más repetirlo, la única alternativa política nacional para ese cambio deseado por la mayoría. Nuestra responsabilidad no es unidimensional. Oposición al gobierno nacional, alternativa de poder, pero también gobierno regional en tres estados y local en setenta y seis municipios de Venezuela. Un poco más de cuatro de cada diez venezolanos son gobernados por gente elegida en la plataforma unitaria. En esos casos no somos solo protesta y promesa, debemos demostrar con hechos que somos sinceros cuando criticamos y consistentes cuando prometemos un gobierno distinto y mejor.
En días pasados, asistí por invitación de los cuatro alcaldes unitarios de Nueva Esparta, de los municipios Arismendi, Mariño, Maneiro y Marcano, a un foro acerca del tema crucial y oportuno de Emprendimiento y Desarrollo Económico Local. Para revisar qué están haciendo sus gobiernos para mejorar la vida de la gente y qué más pueden hacer. La idea es acercar a los sectores público, privado y sociedad civil. Trabajar juntos. El auditorio lleno de emprendedores, sobre todo emprendedoras, de La Asunción, Porlamar, Pampatar y Juangriego, no era ajeno a la grave situación que el país padece, y que ellas y ellos sufren cotidianamente. Todo es más caro y más escaso en Margarita y Coche. Pero no están de brazos cruzados. Buscan resolver, diseñan políticas, promueven soluciones. No se resignan, no se rinden.
Habiendo visitado ya setenta y un municipios venezolanos, algunos varias veces, sé que los margariteños no están solos. Que, a Dios gracias, hay en Venezuela mucha gente trabajando, haciendo, luchando por una vida mejor.
Lo que hay que hacer es hacer. Hacer en la política, para viabilizar el cambio. Hacer en la economía y la organización social. Hacer en el pensamiento y el estudio, para encontrar opciones y soluciones. Porque la política, ya lo decía el inolvidable Pepe Barbeito, es el arte de hacer posible, aquello que es necesario.
