Después de 17 años durante los cuales tanto Hugo Chávez como su heredero Nicolás Maduro se han negado a dialogar con la oposición política, con los empresarios y trabajadores sindicalizados, excepto en algunos momentos cruciales por los que han atravesado, la sociedad venezolana ha sido dividida y cargada de tensiones, de odio, como consecuencia de sus discursos virulentos, lleno de amenazas contra el adversario político, al que han convertido en su enemigo. Los ataques de Maduro han sido permanentes, casi todos días en encadena de radio y la televisión, en los que además anuncia al país sus cambios de ministros y sus políticas públicas en general.
Por todas las políticas económicas y sociales que viene ejecutando, cuyos resultados son evaluados por especialitas para medir su impacto en la inflación, el alto costo de la vida, en la recesión económica, la liquidación del aparato productivo del país y por lo tanto en el desempleo, la inseguridad y la criminalidad entre los más pobres con saldo de decenas de muertos y heridos todos los días, el deterioro de la salud y la ineficiencia administrativa unida a la corrupción generalizada, con grave incidencia en los últimos años. Son indicadores de que Maduro va camino hacia un barranco político Lo único que lo puede salvar es una salida democrática, constitucional y electoral, como el Referendo Revocatorio que impulsa la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
Resulta insólito, que conocido el fracaso de esas mismas políticas, en todos aquellos países que las aplicaron durante décadas, asesorado por algunos militantes y dirigentes de la extrema izquierda, que todavía manejan los esquemas del estalinismo, Nicolás Maduro trate de imponerlas, con el nombre de socialismo del siglo XXI, lo cierto es que estos expertos en manuales de la extinta Unión Soviética, lo empujan hacia un despeñadero político, al que puede arrastrar a todo el país, salvo que la mayoría de los electores acudan a votar por una alternativa democrática en el Referendo Revocatorio.
Entre el barranco, que lo puede llevar a un juicio nacional o internacional, y el Referendo Revocatorio que lo puede preservar como jefe de la oposición, reconciliado con sus enemigos, que pasarían a ser simples adversarios, podría estar su única salvación. Para reconciliar el país, el Presidente tendría que sacudirse los dogmas supuestamente revolucionarios, que lo inclinan creer que inexorablemente está llamado, no a terminar la obra de Simón Bolívar, sino la de Chávez y la de Fidel Castro, que fracasó en el sub continente latinoamericano dejando una estela lamentable de muertos y heridos entre quienes se enfrentaron como enemigos, en una guerra entre hermanos. Hoy en la era de la globalización y de la consolidación de la democracia en occidente, y de la búsqueda de la misma en aquellos países en los que imperó el estalinismo, nuestro país no merece más atraso, ni más miseria ni más muertos. Y en la época de la guerra electrónica, Maduro debe dejar la jaquetonería, reunir a su Estado Mayor de la FAN y evaluar con sus integrantes, las consecuencias del enfrentamiento del 5º. Ejército del Mundo que comandaba Sadam Hussein, con el imperio, y le evitaría más sufrimiento al pueblo venezolano, del que los militares, la carne de cañón, también forman parte. Y si consulta con Raúl Castro podría preguntarle por qué negocia y no desafía al imperio, y no se siente amenazado de invasión de los marines yanquis, como se siente el propio Maduro, después que Chávez vendió el 40% de los yacimientos petroleros a las transnacionales y exporta casi un millón de barriles de petróleo diarios al imperio.