En 1998, por RCTV y en el programa Primer Plano, en una entrevista que circula ahora de manera profusa por las redes sociales, Marcel Granier le preguntó al presidente Carlos Andrés Pérez cuál sería la tragedia que avizoraba si Chávez ganaba las elecciones.
Su respuesta no se hizo esperar. Y dijo, palabras más, palabras menos: “Yo quisiera que los venezolanos se dieran cuenta de que van a hundir al país en una tragedia… sin embargo parece que tenemos que llegar abajo, trepidar sobre el fondo… Avizoro una dictadura… Aquí no habrá ley, no habrá derecho de expresión, las cárceles se abrirán para quienes no estén de acuerdo con ese gobierno, no se le permitirá a nadie disentir, y todos los problemas que hoy vemos y queremos acabar, tales como la corrupción, los problemas del Poder Judicial, todos, serán más graves aún…”
Visión de estadista, excelentemente bien formado y con sobrada experiencia en lo político; y, sobre todo, con capacidad suficiente para evaluar los perjuicios y los riesgos que se derivarían de la instauración de tan fatídico experimento ideológico.
Lamentablemente, el presidente Pérez fue objeto de la inquina y el revanchismo de un importante cónclave de hombres públicos que, para ese momento, gozaban de mucha opinión y prestancia en la sociedad venezolana, y quienes no sólo se empeñaron en defenestrarle a él, sino que envolvieron en esa misma madeja a Acción Democrática, a Copei, MAS, UNT, Convergencia y Causa R, sin medir que le entregaban el país a los pregoneros del antipartidismo, a los adoradores de charreteras y caudillos, y a una bandada de sujetos que, sin tapujos, ya exhibían una muy dudosa vocación por la libertad y la democracia, además de un enfermizo apego al poder, al dinero y a las tiranías.
¡Y he allí los trágicos resultados! Como dijo El Bufón en la obra de Shakespeare, El Rey Lear: “Después de que tanto tiempo alimentó, el gorrión de los campos al cuclillo, / la pollada del cuco le comió la cabeza picando al pajarillo./
Ahora bien ¿cómo salir de esto? Pues tendremos que sortear muchos obstáculos, ¡pero ténganlo por seguro que lo haremos! Eso sí, no esperemos que vengan a auxiliarnos los marines de EEUU ni los soldados de la ONU o de la OTAN. Quizá a ellos les pegue un calorcito; pero somos nosotros, los que trepidamos en este infierno, sufrientes y dolientes, los llamados a ponerle fin a esta tragedia. Y ello pasa –irrestrictamente- por respaldar y seguir a la Mesa de la Unidad, a la Asamblea Nacional y a nuestros líderes democráticos.
Es con estas instituciones que implementaremos los mecanismos constitucionales de salida y cambio de Maduro y su combo, incluyendo la renuncia, la enmienda, el revocatorio y la Constituyente. Y si el gobierno, el tsj, la fan o el cne se empeñan en cerrarnos todas esas vías, pues también tendremos que recurrir al 333 y al 350.
Como dice el Conde de Kent en la misma obra citada: “Cuando la realeza cae en locura, el honor está obligado a la franqueza”. Conciudadanos, ¡no hay otra!
