A la antigua ciudad de Babilonia la recordamospor las historias bíblicas de los hebreos en tiempos de esclavitud. También por los jardines colgantes que en su tiempo fueron considerados una de las siete maravillas del mundo. Hoy, 2.600 años más tarde, la idea de arborizar las edificaciones está siendo replicada un poco en todas partes.
Este concepto renace con el auge de la arquitectura sustentable, respuesta a la crisis ecológica y a la creciente desertificación que sufren las ciudades y que el hombre de la calle siente como una depredación, un despojo que se le hace a su origen ancestral, de homínido que salió de la selva africana para deambular en las sabanas hasta convertirse en el hombre que es hoy. El Homo Urbanus ansía reencontrarse con su pasado verde pero solo sabe levantar edificaciones grises. Es un hecho que muchos pueden entender porque lo han vivido en pocas oportunidades: abrir una ventana para toparse con la frondosa copa de un árbol y disfrutar de un refrescante airecillo.
Hoy están apareciendo versiones contemporáneas de los jardines babilónicos: edificios de muchos pisos con terrazas diseñadas para ser no solo ajardinadas sino incluso reforestadas a una escala nunca vista. Y créanme, el resultado es espectacular.
La preocupación por el verde ha estado siempre presente en las teorías urbanísticas de la modernidad, pero solo en la legislación. En nuestro país no hay plan de desarrollo urbano que no incluya alguna ordenanza que “obliga” a destinar una proporción de la parcela para área verde y recreativa y si esa ordenanza se cumpliera, nuestras ciudades, vistas desde el aire, serian una alfombra verde salpicadas aquí y allá por edificios pero la verdad es justamente lo contrario: un mar de cemento gris apenas interrumpido por alguna mancha verde que, en los cascos centrales, suelen corresponder a las plazas y a los patios de las casas tradicionales que aún no han sido demolidas, hecho que eventualmente ocurrirá.
El verde está retornando a las ciudades de muchas maneras. En algunos casosdiseñando edificios con amplias terrazas capaces de soportar el peso de árboles de hasta 6-7 metros de alto.En otros casos se recurre a azoteas verdes y a las paredes ajardinadas. El resultado es espectacular aunque por ahora los edificios con terrazas arborizadas están al alcance de solo los de mayores ingresos. Por ejemplo, en Milán, los apartamentos del “BoscoVerticale” se venden a… ¡15.000 euros el m2!
En Barquisimetoestán apareciendo edificios que intentan insertarse en las corrientes ecológicas. El más reciente es el Bio Hotel. El otro es EL IMPULSO, diseñado hace años y en el cual las jardineras que bordean los diferentes pisos decoran intensamente al edificio, haciendolo muy hermoso. No se le puede negar a su autor, el arquitecto Juan Carmona, el haber actuado en nuestro contexto como un precursor local de la arquitectura verde. Por desgracia, nadie parece tomar nota de esta propuesta.