Maduro y punto final

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Uno de los grandes problemas del actual gobierno ha sido la idolatría promovida a sus líderes, especialmente a sus presidentes, primero el autoengrandecimiento de Chávez e inercialmente el de Maduro. Igualmente, se ha hecho exacerbada mención a la izquierda, con grave énfasis en postulados y prácticas clásicas de principio y mediados del Siglo XX, desatendiendo las advertencias de los resultados históricos obtenidos, donde lejos de beneficiar a las clases sociales más humildes terminaron por hundirla mucho más, hoy no es la excepción.
De ello se desprenden dos consecuencias inevitables. La primera es que coloca al PSUV y a la autodenominada revolución en una crítica condición: El presidente Maduro es su principal líder pero, como se sabe, con caóticos niveles de popularidad producto de la difícil coyuntura económica que, más allá de la caída del precio del barril de petróleo, se debe al modelo de país impuesto: centralista, importador, petróleodependiente in extremis, desinstitucionalizado, mezcolanza que imposibilita una recuperación nacional, pues el país (su actual línea gubernamental) no cuenta con la confianza suficiente para atraer las irreemplazables inversiones requeridas.
En segundo lugar, la abusiva prédica del “socialismo” e izquierda en general, con los nefastos resultados que sabemos han empeorado nuestros históricos padecimientos, y generado otros nuevos, muy probablemente haya desgastado a niveles de extinción las últimas reservas de estos seguidores en nuestro país, es decir, será muy difícil para las organizaciones políticas y líderes de estas corrientes readquirir credibilidad, llamar la atención de electorados, más aún cuando aliados internacionales del chavismo en Argentina, Bolivia y Brasil están corriendo la misma suerte hoy en día.
Otra externalidad generada en esta Venezuela epiléptica pudiera ser que la retórica ideológica quede finalmente desechada, lo que creemos traería interesantes beneficios, haciendo que la atención a las ofertas electorales y gestiones públicas deban centrarse en lo real, en lo palpable, no en las leoninas peroratas que únicamente sirven a los gobernantes para justificar sus fracasos y hacen tanto daño al país.
La oposición venezolana atraviesa su mejor momento, su advenimiento a la Asamblea Nacional ha sido interesante, el gobierno trata de resaltar la esterilidad de este logro, pero lo hace arriesgadamente, arrebatándole atribuciones constitucionales, anulando productos legislativos que de ser aplicados pudieran generar efectos positivos a la población como hacerse dueño absoluto de los inmuebles que ocupan a través de políticas habitacionales públicas o el recibimiento de bonos de alimentación y medicinas para pensionados y jubilados, enajenaciones que ha hecho el gobierno con pretextos dizque ideológicos no racionales ¡He allí el dilema!
El chavismo teme certeramente que después de Maduro no haya más que su rotunda despedida, por eso debe insistir en su permanencia en Miraflores… ¿A toda costa?

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