Debo confesar que no había reparado en el asunto hasta que hace un mes recibí un dramático mensaje de texto. Estando al aire por la señal nacional de Radio Fe y Alegría, en el espacio radial que conduzco cada día, me llegó un mensaje de texto desde Guasdualito, Estado Apure. Correctamente escrito decía: “soy madre de dos niños, no tenemos comida, les doy mango en la mañana y en la noche a mis hijos”.
Remató luego la señora: “y lo que más me preocupa es que no sé qué les voy a dar cuando se acabe la temporada de mangos. Estamos pasando hambre”. Este mensaje no sólo me conmovió sino que me puso en estado de alerta en relación con el mango en medio de esta crisis alimentaria que padecemos en Venezuela, que afecta sin duda alguna a los más pobres.
Wikipedia viene en mi ayuda: El mango es una fruta de la Zona Intertropical de pulpa carnosa y dulce. El mango crece espontáneamente en la zona intertropical americana. Su época de cosecha presenta un pico o máximo en el mes de mayo.
Luego de aquel mensaje presté más atención. Una calle del oeste de Barquisimeto, por la que he pasado casi a diario en los últimos años, tiene varias matas de mango. Hasta el año pasado era normal ver cómo se caían y literalmente se podrían muchos mangos en dicha calle. Este año no he visto mangos en la calle. Esta semana en varios puntos de esa calle sí observé a varias personas con una bolsa recogiendo los mangos que estaban en la calle.
Un amigo que tiene una frondosa mata de mango me cuenta que por primera vez en cuarenta años no regala los mangos, cada dos o tres días personas desconocidas le tocan la puerta y le piden entrada para llevarse los mangos del jardín de su casa. “Por favor señor, no tenemos nada que comer”.
Guardo en la memoria las calles de poblaciones del estado Cojedes como San Carlos o Tinaquillo repletas de mango en el mes de mayo. Este mayo de 2016 no hay un solo mango que quede tirado en la calle. “Hasta se han dado peleas entre personas en la calle cuando están recogiendo los mangos”, me cuenta una periodista de San Carlos.
El modelo chavista fracasó y el derecho a la alimentación es una clara muestra de ello. Hace un par de semanas se presentó el balance anual 2015 del Programa Venezolano de Educación y Acción en Derechos Humanos (Provea): “Las cifras sobre desabastecimiento, escasez, inflación y alto costo de la Canasta Alimentaria Normativa siguen creciendo aceleradamente. Según el Banco Central de Venezuela (BCV), la variación acumulada del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) durante 2015 fue de 180,9 por ciento, pero para alimentos y bebidas no alcohólicas fue de 315 por ciento”.
Según el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM), la Canasta Alimentaria en Venezuela, al cierre del mes de abril de 2016, se ubicó en Bs. 184.906. Eso representó un alza de 718 por ciento en comparación con abril del año 2015. De acuerdo con estos datos del centro que dirige Oscar Meza, al cierre de abril se requerían cerca de 13 salarios mínimos (Bs. 15.051) para poder adquirir la canasta para una familia de cinco miembros.
La imposibilidad de acceder a los alimentos básicos en Venezuela se entiende a cabalidad con el estimado de la Confederación de Industriales (Conindustria): el 65 por ciento de los trabajadores venezolanos gana ingresos equivalentes al salario mínimo.
Y está además el desabastecimiento, la escasez de productos. De acuerdo con un estudio de Datanálisis del mes de abril de 2016, sólo 3,6 por ciento de los encuestados tenía una opinión positiva sobre el abastecimiento de alimentos y en general el acceso a productos de primera necesidad. El Estado dejó de publicar cifras sobre la escasez.
En plena temporada de mangos, y estando esta fruta extendida por el país, muchos venezolanos encontraron en ella un paliativo. Los más pobres sin duda. Yo, al igual que la señora que me envió el SMS al programa de radio, me pregunto: ¿Y de qué forma se paliará el hambre en Venezuela cuando se acabe la temporada de mangos?
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