YO AMO A LOS VENEZOLANOS

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La situación actual de Venezuela quedará registrada en los libros de historia mundial como un caso único, ya que sin estar dentro de una guerra vivimos una economía de guerra, sin sufrir los estragos de terremotos, volcanes o huracanes, estamos todos sometidos a la condición de sobrevivientes de calamidades. Energía eléctrica racionada, agua racionada, alimentos y medicinas con cero inventarios.

Cada día hay una gran cantidad de muertes violentas en índices similares a las ocurridas en una guerra civil y en los hospitales fallecen personas por falta de insumos básicos.

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Estamos pues bajo circunstancias vitales terribles, reconocidas por todos los países e instancias internacionales como caóticas. El Gobierno la llama Guerra Económica y la oposición Hambruna causada por el socialismo o comunismo. Pero al margen de las explicaciones de ambos lados lo cierto es que el pueblo venezolano está inmerso en una tragedia social de magnitudes colosales.

Colocados frente a este escenario donde las calles, todas las calles de todas las ciudades y urbanizaciones, son zona roja debido a la delincuencia desbordada, donde el desabastecimiento y la inflación hacen estragos sobre mas del noventa por ciento de la población, donde los despachos oficiales trabajan dos días a la semana y donde las amas de casa pasan más tiempo en las colas de los abastos que en sus hogares, aquí, en este país, atrapado en una pavorosa encrucijada civilizatoria y donde desde hace tiempo se alerta o presagia que habrán pobladas y derramamiento de sangre como consecuencia de las extremas carencias, lo que vemos es a un pueblo pacífico, en su gran mayoría,que anhela un cambio por la vía democrática y civilizada del voto.

En Venezuela las oraciones han prevalecido sobre el odio social, en las redes sociales se observa con mucha fuerza e intensidad los llamados a la convivencia, al amor, la paz, la solidaridad y con notoria debilidad y merma los llamados al odio, los enfrentamientos, las salidas violentas. Si bien las calles se han convertido en una amenaza en ellas nos encontramos a compatriotas con ansiedad pero también con esperanza, con miedos pero con la determinación de superar la crisis y conquistar un país mejor que el del presente y mejor que el del pasado.

Los venezolanos estamos viviendo un calvario pero sobre los instintos animales hemos impuesto actitudes y valores nacidos de la espiritualidad. Y esta no es una apreciación subjetiva nacida de un optimismo panglosiano, es una verdad que todos y cada uno de nosotros puede constatar en el contenido de las conversaciones familiares y grupales, en las reuniones hogareñas o eventos públicos, en los chats de ‘guasap’, ‘feibu’ o cualquier otro espacio cibernético. Y esta fe y confianza del venezolano sobre el futuro que tendremos no es una forma escapista de elusión de la realidad, no señor, sufrimos y nos desgastamos biológica y moralmente bajo los impactos de esta crisis brutal, pero nos mantenemos en pie porque instalados en mitad de la tormenta hemos descubierto que nuestra dimensión humana es muy superior a los atavismos animales que afloran bajo condiciones extremas de subsistencia. Yo me siento orgulloso de ser venezolano, yo amo a los venezolanos. Hemos vencido a nuestros propios demonios, somos ejemplares hijos de Dios. El señor es nuestro pastor nada nos faltará. Aleluya.

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