La Carta Democrática Interame-ricana, cuya aplicación ha solicitado Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) a Venezuela, plantea el reforzamiento de los compromisos de los Estados soberanos que hacen parte de esa institución y, por lo tanto, respetar los principios inherentes a todo gobierno democrático.
En ese sentido, dice el abogado constitucionalista Gustavo Adolfo Grau, el objetivo de la Carta es comprometer a los Estados y especialmente a sus gobiernos a la obligación de promover y defender la democracia, pero entendida como democracia completa, no como un mero ejercicio electoral cada cierto tiempo.
Considera que son elementos propios de la democracia, entre otros, el respeto a los derechos humanos, las libertades fundamentales, la vigencia del Estado de Derecho, el régimen plural de partidos y la separación e independencia de los poderes públicos.
Igualmente se habla de la transparencia, de la probidad, la responsabilidad de los gobiernos en la gestión pública, el respeto a los derechos sociales, a la libertad de expresión y libertad de prensa.
Tras el planteamiento que hace el secretario general, le corresponderá al Consejo Permanente, en particular, a quien va dirigido la petición del Dr. Almagro, analizar el informe y determinar si hay elementos que justifiquen poner en marcha los mecanismos que contempla la Carta. Ésta, define el Dr. Grau, es un marco de referencia jurídica.
Denso e irreprochable
A juicio del conocido abogado y analista político Américo Martín, la solicitud hecha por Almagro para activar la Carta, en primer término, es un documento denso e informado sobre la crisis en Venezuela, “irreprochable desde el punto de vista jurídico”.
Es un paso muy importante para la comprensión por el mundo de la situación que padecemos los venezolanos.
En segundo lugar, en ese documento el Sr. Almagro no sólo demuestra la precariedad democrática de Venezuela y cómo se ha apartado del cumplimiento tanto de la Constitución como del Sistema Jurídico Interamericano, sino que además pide al Consejo Permanente que reciba a Henry Ramos Allup, presidente de la Asamblea Nacional, para que haga una exposición sobre ello.
De hecho ha logrado que el mundo entero conozca en pormenores la crisis venezolana más que otras tan graves como la de Siria.
Eso es positivo, porque, primeramente, fortalece mucho a la alternativa democrática y al camino pacífico y constitucional para solucionar el drama del país, así como el diálogo y la negociación.
El problema de que se le aplican sanciones a Venezuela en las terribles condiciones en que está nuestro país, no es lo esencial. No creo que pueda haber medidas de embargo. Lo importante es el solo anuncio de la solicitud de la Carta, pues debe abrir las posibilidades de ejercer una presión en serio por vías diplomáticas, para que en Venezuela se ponga el asunto en manos del pueblo, de forma pacífica y electorales, entre ellas el referendo revocatorio y las negociaciones que restablezcan los términos de la democracia y se abra caminos a un próximo cambio pacífico y constitucional, sin agravios ni violencia, y sin venganzas, porque la oposición no va a repetir el ciclo infame del perseguido de hoy que se convierte en el perseguidor mañana, por cuanto la oposición venezolana ha aprendido del pasado y no repetirá errores. De modo que hay la posibiidad de la confluencia nacional en términos de democracia y con un gobierno que pueda atender la situación dramática que sufrimos en términos sociales, económicos, el hambre, retroceso institucional.
Y en cuanto a Ramos Allup, es resaltante indicar la importancia que ha tomado la Mesa de la Unidad Democrática. No es que los de la MUD sean intocables, ni tampoco infalibles. Puede uno pensar que hay dirigentes políticos más capaces o superiores a los que están representados en la Mesa de la Unidad. Pero a la MUD le ocurre lo que le pasó en el pasado a la Junta Patriótica. Y es que por obra de las circunstancias se ha convertido en la encarnación de la unidad. Y la unidad es la premia para cualquier cambio de la democracia que se intente en el paìs.
Intolerancia versus dignidad
Por su parte, el también abogado constitucionalista Enrique Sánchez Falcón, profesor de la UCV, declara como inexplicables las expresiones del Presidente de la República al decirle a Alamagro: “métase su Carta por donde mejor le quepa”.
Sólo podría explicarse si se piensa que está absolutamente aislado internacionalmente, que no tiene a quien acudir. Internamente el régimen se está derrumbando, el descontento es generalizado y, en consecuencia, no le queda otra alterantiva que esas respuestas absolutamente intolerantes, destempladas, como las que vomita.
Obviamente, en la OEA se está asentado un precedente con la solicitud de la aplicación de la Carta por parte del secretario general de organismo. Es la primera vez que se invoca el artículo 20 de esa Carta ante la situación de un determinado país.
Independiemente de los resultados y de que se consigan los votos para que se establezca la acción diplomática frente a Venezuela, hay un hecho que es importante y trascendente: la actitud del Dr. Almagro es digna de una persona que, independientemente de las consecuencias, quiere fijar posición. Y ésta es mirar hacia la situación venezolana. Ahora, que decida la comunidad internacional qué es lo que se va a hacer ante un informe muy bien razonado, de 132 páginas, en donde analiza todas las circunstancias por las cuales Venezuela está viviendo una profunda crisis.
Frente a ésta estamos viendo la solidaridad internacional expresada por los ex jefes de Estado de España y países de las Américas.